_
_
_
_
_

Günter Grass baja a la arena para animar la unidad alemana

El escritor de izquierdas hace campaña por su cuenta en el Este para acabar con "la mediocridad paralizante"

Pilar Bonet

De espaldas al retablo del altar y con una botella de vino tinto a su lado, el escritor alemán Günter Grass concluyó una campaña de diseño propio a favor de la coalición entre los socialdemócratas (SPD) y Los Verdes el pasado viernes por la noche en la iglesia de Santo Tomás de Erfurt, la capital del land de Turingia (en el territorio de la ex RDA). El templo se llenó a rebosar, como pocas veces lo hace desde que cayó el Muro y las iglesias evangélicas dejaron de ser lugares donde compartir las esperanzas de cambio político. Un millar de personas acudieron a Erfurt para escuchar el mensaje crítico y personal de Grass en pro de una reanimación de aquel lema de la unidad alemana -"somos el pueblo"-, que se quedó estancado en la "mediocridad paralizante" de la época de Helmut Kohl."Las elecciones se deciden en el Este, como en 1990 y 1994", y si la izquierda perdió aquellas oportunidades para el cambio, no debe perder ahora la que le brinda el 27 de septiembre. Grass explicó que esta es la idea que le ha hecho dejar de lado momentáneamente su último manuscrito inacabado y a viajar por las ciudades del Este: de Schwerin a Weimar y de allí, a Jena y, finalmente, a Erfurt. No es la primera vez que Grass, que se definió a sí mismo como "gato viejo", hace campaña electoral por la izquierda. En 1961, ya lo hizo en favor del alcalde de Berlín Occidental, Willy Brandt, que aspiraba a ser canciller de la RFA. Y volvió a hacerlo posteriormente, siempre por la izquierda, en los años ochenta y en las últimas elecciones, donde ya defendía la coalición rojiverde, como ahora, es decir, que los votantes repartan sus votos entre los dos partidos y den el primero (el voto directo) al SPD y el segundo (el voto de lista) a Los Verdes.

Grass, que pronto cumplirá 71 años, se inserta en un espacio socialdemócrata, pero se distanció del partido después de que éste diera su consentimiento - desde la oposición en el Bundestag- para restringir el derecho de asilo en Alemania. Grass dijo haber acudido al Este "sin una utopía en el equipaje", pero rico en experiencia para detectar las muchas mentiras que, según él, ha difundido Helmut Kohl. Este dirigente tiene la cualidad de "mentir creyendo sus propias mentiras".

El escritor, que no es cómodo ni para la coalición gubernamental demócratacristiana-liberal ni para los socialdemócratas, formuló tres exigencias de fondo para el nuevo canciller de Alemania:

1.- La convocatoria de una Asamblea Constituyente y la redacción de una Ley Fundamental que debería ser aprobada en plebiscito, de acuerdo con el artículo 146 de la Constitución alemana, que daría cohesión y legitimaría al Estado reunificado alemán. La nueva Constitución debería reformular el derecho de ciudadanía, reforzar el federalismo, establecer competencias federales en el campo de la cultura, sin lesionar la autoridad de los estados federados, y "elevar el derecho al trabajo a la categoría de principio fundamental".

2.-Una reforma democratizadora del Ejército y la anulación de los contratos de armamento (incluido la fabricación del Eurocaza), que fueron firmados por el ministro de Defensa, el democristiano Volker Rühe, poco antes del fin de la actual legislatura. La reforma debería renunciar a la exaltación de las virtudes prusianas y las virtudes combativas de la Wehrmacht y concentrarse en las tradiciones de resistencia al nacionalsocialismo desde el mismo ejército -exaltando los ejemplos de quienes se negaron a cumplir órdenes delictivas- con el fin de eliminar el caldo de cultivo para los neonazis alemanes en la Bundeswehr.

3.-Una nueva política de asilo que haga de Alemania un país abierto a los extranjeros. Sin los más de tres millones de inmigrantes que llegaron a la parte occidental del país no hubiera sido posible el milagro económico, dijo Grass, según el cual "también en el futuro nuestro país dependerá de las personas y los impulsos que vienen de fuera y que ya ahora nos ayudan a ampliar nuestro concepto tradicionalmente estrecho de nación". Para el escritor, el Estado reunificado alemán no tiene suficiente legitimidad, y las fuerzas políticas que gobiernan en Alemania hacen como si la RDA nunca hubiera existido, "como si hubiera sido un fantasma" y como si la República Federal Alemana que existía antes de 1990 hubiera perdido el carácter provisional que le daba su Constitución y se hubiera limitado a ampliar un poco su territorio gracias a la anexión de la RDA. La acción del marco alemán, que ha actuado como un sucedáneo del proceso de integración política entre las dos Alemanias, no consigue ocultar el hecho de que "vivimos en un vacío estatal", donde los débiles son los perdedores y la corrupción y el fraude fiscal son prácticas sociales generalizadas.

Únete a EL PAÍS para seguir toda la actualidad y leer sin límites.
Suscríbete

Para Grass, hasta ahora no ha existido un canciller de la unidad alemana, porque la unidad se ha dado sobre el papel. "Al próximo canciller federal se le juzgará por su capacidad de llenar el vacío actual, es decir, de consolidar la federación de Estados alemanes sobre la base de una Constitución confirmada por el pueblo y de dar simultáneamente validez al contrato social repetidamente quebrantado entre las capas de la población".

De lo que se trata, según el escritor, es de "poner de nuevo en movimiento el proceso de la unidad alemana", esta vez, sin embargo, con una atención más ecuánime a las biografías del Este y del Oeste. Si el próximo canciller no asume esta labor, "arrastraremos el conflicto interno alemán como una tarea inacabada al próximo siglo y seremos una carga para Europa".

La discusión sobre el artículo 146 de la Constitución alemana, que prevé un plebiscito constitucional, se saldó formalmente en marzo de 1990 cuando el primer Parlamento popular libremente elegido de la ex RDA, votó por mayoría a favor de la reunificación sobre la base de la Ley Fundamental de la RFA.

Grass se opone a toda costa a una gran coalición, según explicó el viernes, junto a una jarra de cerveza, en un café de Erfurt. "El mundo no se hundirá", señaló Grass, pero la reforma sólo puede ser impulsada con nuevas fuerzas. La apuesta de Grass por el binomio rojo-verde se traduce en lo personal en una apuesta por un trío político, al que parece considerar especialmente creativo: el candidato Gerhard Schröder, el jefe del SPD, Oskar Lafontaine, y el político Verde Joschka Fisher.

Grass dijo tener intención de mandar a Schröder el texto del discurso que ha pronunciado en su gira por el Este y señaló que el candidato se está poniendo rápidamente a la altura de las tareas que pretende asumir y es consciente de que sin su partido no puede hacer nada. El SPD y Los Verdes se complementan bien, según Grass.

En cuanto al PDS, el partido de los ex comunistas de la RDA, tendrán que recorrer "un largo camino" para demostrar que realmente representan un socialismo democrático. El PDS hubiera tenido que renunciar a la herencia comunista, lo que le hubiera hecho perder propiedades, pero les hubiera permitido más sinceridad y más coherencia interna, dijo el escritor, que es uno de los firmantes de la Declaración de Erfurt, un manifiesto amplio a favor del cambio en Alemania, que fue firmado por personalidades de muy distinto signo político sin excluir al PDS. "La Declaración de Erfurt es todavía válida y continuará siéndolo después s de las elecciones", señaló.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_