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LA MAESTRANZA

Voluntariosos

Antonio Lorca

Los novilleros estuvieron voluntariosos. Es decir, ni fu ni fa. Voluntad es lo menos que puede exhibir quien tiene la osadía de anunciarse en un cartel de toros. La voluntad en los toreros, como el valor en los soldados, se les supone, por lo que no es un gran mérito.Voluntarioso es, además, un adjetivo gastado y vacío, que se suele utilizar cuando no queda nada que decir; un eufemismo para no molestar a quienes en su actitud displicente llevan la penitencia.

Voluntarioso es estar sin decir nada, sin dejar huella ni recuerdo, querer y no poder, un paso fugaz hacia el olvido. Voluntariosos están hoy la mayoría de los toreros. Y los que empiezan aprenden con rapidez los defectos, lo que viene a demostrar sus propias carencias. Un novillero puede ser bueno o malo, pero nunca puede estar sólo voluntarioso; y menos en una plaza como Sevilla. Así, su propia voluntad es su tumba profesional, que ellos diseñan a placer. Voluntariosos estuvieron los tres novilleros que actuaron en la Maestranza; con condiciones muy diferentes los tres han pasado ya a los anales de una efímera historia que, a buen seguro, poco les reportará en el futuro.

Hernández / Antequera, Osuna, Cuesta

Novillos de Hernández Barrera, muy bien presentados, mansos y difíciles; 1º, noble.Martín Antequera, pinchazo y estocada trasera (ovación); pinchazo y estocada (vuelta). José Luis Osuna: pinchazo y descabello (silencio); casi entera baja (ovación). Rafael Cuesta: estocada que asoma y descabello (silencio); estocada que asoma -primer aviso-, siete descabellos -segundo aviso-, descabello y media baja (silencio). Plaza de la Maestranza, 30 de agosto. Un cuarto de entrada.

Martín Antequera, por ejemplo, es un novillero maduro, con maneras artistas y teórica capacidad para el triunfo. Torea bien, tiene técnica y seguridad en su quehacer, pero en todo momento le faltó confianza, relajación y amor propio. Estuvo sólo voluntarioso. A sus dos novillos los toreó con gusto a la verónica, ganando terreno en cada lance, y vibró la plaza con unos buenos derechazos a su primero, el único noble y con recorrido. Ahí quedó todo. En lugar de ligar las tandas y ajustarse en cada pase, prefirió el pico y la muleta retrasada, y lo que parecía que podía ser una faena quedó en faenita. Éso es lo que les ocurre a los voluntariosos. El cuarto era aún manso, muy soso, y el novillero demostró, una vez más, voluntad.

Voluntarioso, también, José Luis Osuna, más joven e inexperto que su compañero. No tuvo oponentes modernos; es decir, bondadosos y bobalicones. Por el contrario, su lote fue difícil y violento, con defectos más acusados a medida que avanzaba la lidia. Según la tauromaquia actual, salvó con dignidad la papeleta, porque lo intentó, aunque era evidente que sus toros no permitían florituras. Aun así, consiguió estimables verónicas ante su primero, pero ésa es poca exigencia para quien aspira tan alto. Rafael Cuesta, muy poco placeado, pasó un mal rato ante el difícil tercero, y recibió con unas ajustadas verónicas al sexto, un toro cuajado de 512 kilos. Hizo un meritorio esfuerzo, y se libró de milagro de que le echaran el novillo al corral.

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Sobre la firma

Antonio Lorca
Es colaborador taurino de EL PAÍS desde 1992. Nació en Sevilla y estudió Ciencias de la Información en Madrid. Ha trabajado en 'El Correo de Andalucía' y en la Confederación de Empresarios de Andalucía (CEA). Ha publicado dos libros sobre los diestros Pepe Luis Vargas y Pepe Luis Vázquez.

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