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CASTIELFABIB

El volteo humano de campanas

El río Ebrón, afluente del Turia, envuelve a la población

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Un rincón agreste y escarpado

Algunas poblaciones próximas a Aragón mantienen la tradición del volteo humano de campanas para demostrar que no se tiene miedo al riesgo. Quienes se exponen a salir despedidos del campanario y caer al vacío suelen ser los mozos del pueblo antes de emprender su viaje al servicio militar. La población de Castielfabib constituye el segundo núcleo urbano importante de la comarca del Rincón de Ademuz. Se encuentra colgada de la ladera del monte Fabio. Todo el núcleo urbano debió ser en el pasado un castillo, porque el templo de la Virgen de los Angeles, donde se hace el volteo, se encuentra en la cuarta planta de una fortaleza, teniendo por debajo otras destinadas a almacenes y viviendas. El acceso a este pueblo desde Valencia ofrece dos vías de comunicación diferentes. Por un lado se encuentra la carretera CV-35, antigua 234, que atraviesa la comarca de Los Serranos, y la otra opción es por la autovía de Madrid N-III hasta Utiel, y en esta ciudad se toma la nacional 330 por Sinarcas, carretera que ha sido mejorada en los últimos tiempos y permite ahorrar media hora de viaje. Existe la tradición de voltear su campana Guillermina con el impulso de un mozo agarrado fuertemente de pies y manos. Hay quien ha visto al mismo mozo dar 50 vueltas seguidas y sin soltarse. Aunque la media más habitual se sitúa en las 30 vueltas. Todo un mérito desafiar con buen pulso los metros de caída libre que se abren debajo de la torre. El templo de por sí ya es alto y los metros que añade la torre del campanario hacen todavía más temible la hazaña festiva. Lo más difícil es cogerse a la campana en pleno volteo y soltarse sin pararla cuando uno quiere abandonar la demostración de valor. También hay quien se empeña en hacer el volteo en los dos sentidos, hacia adelante y al revés en sentido inverso. A lo largo del año hay algunas fechas señaladas para realizar el volteo humano. Uno de ellos es el domingo de Resurrección, en agosto el llamado día del turista, y a final de verano el día de la Virgen del 8 de septiembre. También hay quien lo anticipa en ocasiones a primeros de febrero. Pero que exista un calendario no significa que el volteo se produzca. Porque en ocasiones los mozos capacitados y entrenados no se encuentran con el ánimo encendido para realizar tan heroica acrobacia en las fechas señaladas. Manera tan arriesgada de tocar las campanas es una excepción en los rituales valencianos. En otras latitudes los campanarios son todo lo contrario, recintos seguros y protegidos, donde las artes manuales no peligrosas nunca pasan por desafiar el vacío. Castielfabib tiene orígenes íberos, aunque quienes configuraron, según unos, el núcleo urbano fueron los romanos, concretamente un centurión llamado Fabio. Pero otros historiadores argumentan exclusivamente con la presencia de los árabes. El topónimo procedería del moro Al Fabib (el amigo), que habría ocupado este paraje varios años. Además de la iglesia de Nuestra Señora de los Ángeles, construida en el siglo XIII y reformada en el XIX, esta villa rural cuenta con las ruinas del convento de agustinos de San Guillermo, duque de Aquitania, nombrado patrón de la localidad después de que su presencia dejara huella entre los vecinos cuando a finales del siglo XII se retiró de ermitaño a estos parajes. El río Ebrón, afluente del Turia, rodea la población.

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