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Tribuna:ASTE NAGUSIA
Tribuna
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Los baños en la ría

El nauseabundo olor que desprende a veces la ría de Bilbao y la basura flotante, que aumenta sensiblemente en la Aste Nagusia, no son obstáculo para los aficionados a bañarse en sus aguas nada cristalinas. Así lo atestigua el cuaderno de incidencias del servicio de salvamento de la Cruz Roja apostado en sus orillas. Durante la Semana Grande, los voluntarios han acampado en el Paseo del Campo Volantín, dotados de dos zodiac, y han salido en cinco ocasiones a rescatar a gente que se había caído a la ría. Según sus cálculos, unas doce personas se han refrescado en las aguas del Nervión en las pasadas fiestas. Lo más curioso es que, según estos voluntarios, la mayoría no se ha bañado en la ría por su propia voluntad, sino empujados por sus compañeros mientras meaban en las riberas del Nervión, una de las aficiones más desagradables de la población masculina, que utiliza el cauce fluvial como un gran urinario en la Aste Nagusia. Pese a sumergirse en su propio pis y en el vertedero más variopinto de Vizcaya, la broma no parece molestar a las víctimas. "La mayoría de las veces para cuando llegamos a rescatarles ya han salido de la ría por ellos mismos o porque sus propios amigos se han tirado para sacarles", comenta Gonzalo, responsable del servicio de salvamento de la ría. El trabajo de estos voluntarios de la Cruz Roja está repleto de anécdotas. Ayer mismo, sin ir más lejos, un joven que paseaba de madrugada por el Campo Volantín les pidió permiso para bañarse en la ría. "Yo le advertí de las condiciones de suciedad, pero él se bañó tranquilamente", comenta Gonzalo. Poca profundidad ¿Después de bañarse en la ría, no hay que hacerse un lavado de estómago?, pregunta atónita la que suscribe. "No, bueno, depende del agua que tragues", contesta Gonzalo. "Aunque la gente tiene mucho miedo a la ría, apenas cubre", añade el responsable del servicio, mostrando un cercano medidor de la profundidad del agua. Cuando la ría casi desborda el cauce en el Paseo del Campo Volantín, sólo alcanza los seis metros de altura. Cuando la marea está baja, el medidor indica dos metros, pero, según matiza Gonzalo, "hay escolleras en la ría y en muchos sitios no cubre más allá de la cintura". Centenares de vasos y botellas de plástico flotan en el cauce tras la Semana Grande, pero la basura sumergida es la más peligrosa. De ella no se ha salvado ni el propio responsable del servicio de salvamento, que sufrió una fractura en el brazo al chocar la zodiac que conducía contra una silla de plástico que navegaba bajo las aguas.

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