El SAS y la transexualidad
El transexualismo es una condición poco frecuente. No son pues razones de tipo económico, como se han esgrimido, las que han llevado a que sea expresamente excluida la transexualidad de la atención pública española. Por eso, las declaraciones del excelentísimo señor Consejero de Salud son una buena noticia. La medicina, la sexología y la psicología de nuestro tiempo saben que el transexualismo es "una forma extrema de disforia de los sexos: una discrepancia irresoluble entre la identidad o papel sexual que la persona siente y las características físicas del organismo". Sin embargo, aún hoy para mucha gente, incluidos profesionales de la medicina, la psicología y la sexología, el transexualismo es considerado como una perversión. El transexual es una persona que se siente atrapada por el cuerpo que "erróneamente" la naturaleza le ha dado y nada puede hacer por evitarlo. Esta impotencia y la incapacidad de las personas que los rodean para comprender lo que ha ocurrido es lo que lleva a los transexuales a un sufrimiento ante el que, en nombre de valores intangibles, la sociedad permanece impasible. Sin embargo no es ésta la actitud de un verdadero médico. La medicina ha luchado siempre por tratar de ayudar al sufrimiento que los "errores de la naturaleza" imponían a otros seres humanos. Tal fue el ejemplo de Harry Benjamin quien, en los años sesenta en EEUU, se apiadó de los transexuales y cambiando la manera que hasta ese momento había de entender el problema, interpretó la transexualidad como un trastorno del proceso de diferenciación sexual. Otros le han seguido después. En la mayoría de las personas durante la pubertad se produce un acoplamiento entre el sexo genético, el gonadal y el psicológico; en algunos casos esto no ocurre y los médicos, los cirujanos, los psicólogos y con ellos toda la sociedad tenemos la obligación de ayudarles. Al contrario que en otros errores de la diferenciación sexual el transexual no tiene (hasta ahora) ninguna posibilidad de demostrar que "ha nacido con un cuerpo equivocado". No es sorprendente, pues, que caigan en manos de las mafias que sustituyen a la sociedad y al Estado cuando éstos hacen dejación de sus responsabilidades por prejuicios morales, económicos o de otro orden. O en manos de esas otras mafias periodísticas que han encontrado en la marginalidad del transexual todo un filón a explotar en los incalificables programas televisivos sobre este tema. La atención a los transexuales en el sistema público de salud es sobre todo un símbolo del modelo de sociedad que nos queremos dar. Una sociedad en la que la compasión se expresa equitativa y solidariamente para todos los ciudadanos o una sociedad prisionera de sus propios miedos y tabúes, entre los que los tabúes sexuales son sin duda sus máximos representantes. En 1995, Louis Gooren, profesor de Endocrinología de un gran hospital holandés en el que son atendidos miles de transexuales, citaba a don Gregorio Marañón, quien ya en 1930 escribía: "... hay que sustituir el misterio del sexo por la verdad del sexo, la castidad peligrosa de la ignorancia por la castidad serena de la sabiduría. ¿Y la moral?, se nos dirá. Por la moral, contestamos, no hay que preocuparse. La moral -eterna y divina moral, no la que han inventado los fariseos- está siempre del lado de la luz".
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.