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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Los límites del turismo

El modelo del turismo de masas de Baleares ha tocado techo, y empresarios y políticos admiten la necesidad de limitar su crecimiento. Existen razones medioambientales, pero también económicas. No puede dejarse todo en manos del mercado -controlado por los operadores extranjeros- porque el abismo está cercano: el posible colapso en los servicios esenciales, suministro de agua y luz y eliminación de basuras. Los organismos locales y nacionales no han afrontado con decisión ese horizonte de saturación que hipoteca el futuro turístico del archipiélago. Los recursos hídricos del subsuelo están agotados y salinizados por sobreexplotación, la eliminación de la enorme cantidad de basuras no está resuelta y ahora se acumula el excedente en grandes paquetes al aire libre, mientras que la única gran central eléctrica de Mallorca está al borde de su capacidad y con periódicas caídas generales. Y la red viaria difícilmente absorbe ya el tráfico generado por el turismo. El Ayuntamiento de Calvià ha lanzado un "SOS agua", advirtiendo del peligro de desabastecimiento, y los habitantes de Mallorca, Ibiza y Formentera -Menorca se salva por ahora- han asumido que todo el año beben y pagan agua artificial, procedente de desaladoras de agua de mar, que consumen mucha energía; los residentes en la bahía de Palma se conformaron con subvencionar durante 10 años el transporte de urgencia de agua en barco desde el río Ebro.

Un compromiso básico para asegurar las expectativas del futuro reclaman respuestas rápidas a las deficiencias y, de inmediato, un debate general que descarte el crecimiento desaforado. El Gobierno balear dictó en enero una moratoria cautelar de nuevas plazas turísticas, pero duda si seguir por esa vía. El consejero responsable de Medio Ambiente ha propuesto la creación de una tasa, por un importe equivalente a unas mil pesetas, que pagarían los turistas y que se destinaría fundamentalmente a la eliminación de basuras. El Consell de Mallorca, controlado por el PSOE y las minorías nacionalistas, exige debatir un plan para la isla que evite el consumo de más territorio y que se siga destrozando el paisaje, minando inexorablemente el futuro: matando la gallina de los huevos de oro.

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