"Vimos todo lleno de sangre"
"Vimos muchos muertos y todo lleno de sangre". Así es como el madrileño Miguel Yoldi, de 14 años, describió ayer la imagen a la que tuvo que enfrentarse después del atentado. La policía había avisado de una amenaza de bomba y Miguel y algunos de sus compañeros de clase de inglés, de excursión en la norirlandesa ciudad de Omagh, optaron por ir a un parque cercano. Previamente pasaron justo al lado del coche rojo que tenía los explosivos. Su cautela, el hecho de no quedarse a curiosear, les salvó la vida. Cuando Miguel observó la escena, no sabía que una de sus monitoras había muerto, así como otro de sus compañeros, Fernando Blasco. Otros doce españoles han resultado heridos, cuatro de ellos de gravedad. Los padres de Miguel se felicitaban ayer en Madrid de la actitud y la suerte de su único hijo. Por el contrario, en la casa del pequeño Fernando se vivía la tragedia como si el destino fatal se hubiera empeñado en perseguir a la familia. Lucrecia, de 14 años, y su hermano Fernando, de 12, formaban parte del grupo español al que sorprendió el atentado terrorista. Fernando murió en el acto y Lucrecia, herida de consideración e internada en un hospital del Ulster, necesitará en el futuro alguna operación de cirugía estética en la cara. Pero, además, se da la circunstancia de que el padre de ambos, Manuel Blasco Siegrit, resultó herido también en un atentado terrorista de ETA en Madrid el 9 de junio de 1992. La bomba, dirigida contra un autobús de militares, estaba compuesta de treinta kilos de amosal colocados en el interior de un automóvil robado que estalló cerca de un supermercado. Manuel resultó alcanzado cuando circulaba con su coche por la zona.
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