Una nueva depuradora abierta ayer en Doñana agilizará la limpieza de los lodos
Isabel Tocino asegura que el saneamiento del Guadiamar terminará antes del otoño
Las aguas tóxicas del río Guadiamar estarán limpias para octubre. La ministra de Medio Ambiente, Isabel Tocino, asistió ayer a la puesta en marcha de la depuradora que agilizará el tratamiento del agua embalsada en Entremuros y recalcó el compromiso de finalizar la operación antes de las lluvias de otoño. Para entonces, las administraciones confían en acabar con la retirada de los lodos desparramados tras la rotura de la balsa de Aznalcóllar. La falta de equipos y problemas de organización impidieron que cien jornaleros se incorporaran a esta labor.
La nueva planta depuradora que la ministra de Medio Ambiente inauguró ayer permitirá tratar 70.000 metros cúbicos diarios con diversos reactivos químicos que provocarán la decantación de los metales pesados (cinc, hierro, cobre, arsénico) disueltos en el agua embalsada en Entremuros. La nueva instalación -que ha costado 1.100 millones de pesetas- suma su capacidad de tratamiento a la de una balsa contigua en la que, desde hace 15 días, se depuran, por reacción con carbonato sódico, unos 60.000 metros cúbicos diarios.Los diques levantados en Entremuros, tras la rotura, -el pasado 25 de abril-, de la balsa de la explotación minera de la empresa Boliden, retuvieron unos cuatro millones de metros cúbicos de agua tóxica que la evaporación ha dejado en poco más de tres millones. "Para mí es un motivo de satisfacción comprobar que estamos cumpliendo los compromisos adquiridos desde la catástrofe", se felicitó Tocino, quien aseguró que tanto la retirada de los lodos como la limpieza de las aguas estarán concluidas en el plazo exigido.
El temor de científicos y técnicos es que las tradicionales avenidas del Guadiamar -sú-bitas crecidas del río por las lluvias de otoño-, superen los muros y arrastren los restos tóxicos hacia el Parque Nacional de Doñana. La ministra insistió en que para entonces el cauce estará limpio y aseguró que el muro que separará el Parque Nacional de las aguas del Guadiamar -que está en construcción y también estará terminado para octubre- se ha proyectado "para evitar la colmatación". Tocino argumentó que el movimiento de sedimentos en el cauce podría cegar las vías que aportan aguas a las marismas.
La titular de Medio Ambiente atendió sobre el mismo terreno que pisó hace unos días el presidente del Gobierno, José María Aznar, a los técnicos de la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir. Según sus explicaciones la depuradora permite acumular, en tanques, el barro tóxico producto de la decantación tras el uso de una batería de reactivos químicos. El proceso acumulará cada día alrededor de 140 toneladas de barro que serán transportados por camiones-bañera a la mina abandonada de Aznalcóllar, donde se están depositando los lodos retirados de los 40 kilómetros de cauce.
A los diques de Entremuros no llegaron sólo coches oficiales -el Gobierno andaluz se quejó de no haber sido invitado al acto- y periodistas. "La depuradora debía haberse construido antes", se lamentó Pablo Mascareñas, responsable de Greenpeace que acompañaba una visita a la zona de una comitiva de ecologistas alemanes. Mascareñas indicó que el carbonato sódico -el único reactivo que se usa en la balsa de depuración que lleva funcionando dos semanas-, sólo decanta el cinc y no otros elementos, como el talio, que el portavoz ecologista subrayó por su toxicidad.
Retirada manual
El miembro de Greenpeace abogó por que se intensifique la retirada manual de los lodos y mostró su desacuerdo con los datos ofrecidos por Junta y Gobierno. La comisión mixta calcula en un 50% la superficie limpia de barro tóxico, mientras que los ecologistas estiman que sólo se han retirado los lodos en un 20% de las 4.000 hectáreas afectadas.Según los datos de la comisión, el volumen retirado por máquinas y camiones supera los 2.200.000 metros cúbicos -los técnicos estiman que un 60% es lodo y el resto cubierta vegetal-. 120 jornaleros tenían previsto sumarse ayer a estas tareas. Estos trabajadores, a los que se pagará con los fondos del antiguo PER, estaban llamados a formar el equipo de retirada manual que pedía en sus informes el Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Su entrada en la operación se ha producido con más de dos meses de retraso -estaba prevista para el 1 de junio-. Ayer, la mayoría no pudo iniciar la faena. Faltaron tallas de botas y guantes -fundamental-mente para mujeres-, y las taquillas y duchas prometidas por las empresas.
Las quejas se extendieron a los modelos de mascarilla y gafas. Los trabajadores consideraban que no eran suficiente salvaguarda para el polvo fino. Algunos esgrimieron la peligrosidad de la tarea para reclamar más dinero -cobrarán unas 180.000 pesetas por un mes-. Al final, con retraso, algunos se incorporaron a la tarea. Pero la mayoría vagó de tajo en tajo, a la busca de un material que no apareció.
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