Las niñas intercambiadas de madre en EEUU seguirán con sus familias
Las dos niñas de tres años a las que un hospital de Virginia (EEUU) cambió por error de madre nada más nacer seguirán en sus familias y no irán a parar a sus parientes biológicos: los padres de una y los abuelos de otra (huérfana desde hace un mes) han acordado que las cosas se queden como están. Las familias asumen que las niñas sufrirían las consecuencias del error si ahora, tres años después de nacer, son apartadas del entorno en el que han crecido.Los abuelos de Rebecca Grace Chittum y los padres de Callie Marie Johnson han pactado evitar la vía judicial para no hacer más penoso el incidente. Les queda por delante un pacto complicado: establecer derechos de visita para que ambos puedan ver crecer a la niña que biológicamente les pertenece.
Paula Johnson, que conoció el lunes mediante unas fotos a su hija biológica, ofreció ayer una rueda de prensa en la que expresó su confianza en que un acuerdo cordial permita "el bienestar de las dos niñas". Paula Johnson rompió a llorar cuando un le preguntaron qué había sentido al ver por primera vez a su hija biológica: "Se parece mucho a mí", dijo .
Las dos pequeñas tienen un aspecto parecido: rubias, con ojos azules y sonrisa permanente. El padre de Callie recuerda ahora que conoció al padre de Rebecca en la sala de espera del hospital, cuando ambos aguardaban el nacimiento de sus hijas. El vídeo grabado por uno de ellos indica que al menos a una de las niñas y a una de las madres se les pusieron pulseras identificativas; el hospital sigue negando su responsabilidad en el error.
En todo caso, los acontecimientos han demostrado que algunos de los médicos que trataron a las familias dejaron pasar excelentes posibilidades de advertir el malentendido. Los médicos del hospital no parecieron muy sorprendidos cuando los padres llevaron a Callie dos días después del nacimiento y la niña pesaba medio kilo menos que al nacer. Tampoco imaginaron que había habido un intercambio por error cuando un análisis de sangre a la pequeña Rebecca, a los diez días, mostró un tipo sanguíneo diferente al que habían registrado justo después del parto.
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