El señor Honda ha perdido la confianza
Testimonio de un ejecutivo que lleva once meses acudiendo a una oficina de empleo
Las doce del mediodía. Nubes en la economía, nubes en la ciudad. Pequeña oficina de empleo de Shibazo-nobashi, en el centro de Tokio, una de las 18 que salpican el área metropolitana. En la sala de espera, 19 personas, esperando, pulcras, ordenadas. Ni un solo ruido. Mujeres y hombres, por mitad. De todas las edades. Todos bien trajeados. Uno de ellos es Yasohachi Honda: "Sí, como el de los coches, pero yo soy el Honda pobre". Tiene 51 años, es padre de seis hijos (la mayor, 26 años, enfermera; el pequeño, de 16, estudiante de bachillerato) y quiere "mantener la esperanza, pero las condiciones van de mal en peor, y la voy perdiendo porque he presentado decenas de solicitudes", masculla en buen inglés. La oficina logra colocar solamente "a un 10% de los 800 parados que se nos presentan cada mes", todos ellos "de la franja más cualificada", explica el director, Teruo Kido. Honda no es de los afortunados. Lleva 11 meses acudiendo sin resultado. Trabajó siete años como ejecutivo de logística/ distribución en la filial de Levi"s, la fabricante de tejanos. "Hasta hace cinco años aún duraba el boom, pero el consumo cayó y el gusto se ha orientado hacia las prendas más suaves", narra. La compañía, como tantas otras, se vio inéditamente abocada a reducir personal. La situación económica "es difícil", recuerda, cómo no iba a serlo si Japón afronta la peor recesión desde la Segunda Guerra Mundial. Él se acogió al plan de bajas incentivadas. Cobró una buena indemnización. Rehúsa concretarla. Pero por los baremos debía ser algo inferior a 12 meses de sueldo. Rehúsa también concretarlo, pero por el cargo sería alto: unos 10 millones de yenes (11 millones de pesetas) anuales. El seguro de desempleo le abona cerca del tercio de su antiguo salario. Con eso aguanta bien, pero no durará siempre. El encontronazo es, sobre todo, psicológico: "Jamás pensé que llegaría a encontrarme con este problema", confiesa Honda. Antes organizaba, distribuía, se movía. Ahora se agita con igual frenesí. Sigue los consejos "físicos y emocionales" del "asesor de recolocación": cómo redactar un currículo, cómo responder en una entrevista, cómo sacar el mejor partido de sí mismo. Sigue en contacto con un "cazador de cerebros". Sigue escudriñando ofertas en los periódicos. Sigue acudiendo a la pequeña oficina y entregando mensualmente el preceptivo informe de las gestiones realizadas, sin el cual no hay subsidio. El señor Honda, como muchos urbanitas, está "decepcionado con este Gobierno" (por el partido del poder): en las elecciones del día 12 no sacó ningún senador por las grandes ciudades, Tokio, Osaka, Kioto... "En muchas ocasiones, los japoneses hemos tenido problemas, y siempre hemos acabado resolviéndolos", quiere animarse. "Pero esta vez creo que hemos perdido la confianza en nosotros mismos", suspira. Fuera, el cielo sigue nublado.
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