José Tomás y tres más

Joselito, Ponce y Rivera: los llaman "los tres tenores" y en este final de julio, con calor de tigre suelto, han venido a cantar a Leganés. Con ellos ha venido José Tomás. Algo así como si los tres tenores se llevaran con ellos a Alfredo Kraus. Más o menos.

Y José Tomás ha salido respondón. Desde esta corrida, ya sólo podrá hablarse de José Tomás y los tres de la comparsa. Los tres se fueron de vacío, sin dar ni una vuelta al ruedo y Tomás salió por la Puerta Grande, poco más o menos que bajo palio.

Claro está que los toros que tuvieron delante los comparsas no tuvieron la bondad y suavidad del cuarto del encierro. Con este cuarto toro, el de Galapagar llegó, en muchos momentos, a elevarse hasta las puertas del paraíso. Sobre todo en la tanda de verónicas, con la que recibió a su enemigo.

Nunca ha visto el público de Leganés un toreo de capa tan hondo, tan lento, con ese juego de muñecas de los privilegiados. Meciendo al bicho más que toreándolo. Así, ganando terreno, se lo llevó al centro de la plaza. El Sursum corda, vamos.

La faena de muleta, con estatuarios ceñidísimos, quieto como un poste. Y, de este modo, sin moverse ni pestañear, lo toreó con la derecha y con la izquierda. Pases de pecho de los que paran los relojes.

Y cuando empezó el bicho a rajarse y a escarbar un final variado y muy torero. Tras la estocada, el acabóse.

El resto del cartel no tuvo semejantes glorias. Joselito, en su primer toro lo pasó de capa con soltura y facilidad, pero sin arte ni emoción.

Durante toda la faena el toro se quiso ir a sus praderas. No supo Joselito hacerse con él y la faena fue decayendo, sobre todo cuando el toro empezó a puntear y a defenderse. No le pudo sacar partido.

En el quinto, espoleado por el éxito de Tomás, salió a por todas. Pero la faena fue la suya de siempre, muletazo y pies en polvorosa.

Molestaba el torito con su cabeceo y le tocó la muleta muchas veces. Terminó encimista y con circulares, pero ni aún así logró entusiasmar.

Ponce anduvo con las horas basas. Muy mal como lidiador. No se puede uno doblar con un toro sacando la muleta por arriba, cuando ese toro lleva la cara alta. Sin inspiración como artista, seguramente porque ayer no le soplaban las musas. Con el es toque, resultó una calamidad.

Rivera no pudo con el séptimo toro y anduvo ratoneando en ambos enemigos. Con éste, que le repetía con casta, toreó distan ciado y sin dominar al astado.