Exploradores de fronteras literarias

Escritores y profesores de Literatura de ambas orillas, integrantes todos de esa literatura de la Mancha -por utilizar la expresión de Carlos Fuentes- que comparten un mismo idioma, están reunidos desde ayer, en Madrid, en la Casa de América, para soportar el calor de la última semana de julio acotando, cada uno con su esfuerzo, con su afán y su curiosidad, las Fronteras finiseculares en la literatura del mundo hispánico.

"En busca de fronteras entre las literaturas hispánicas finiseculares". Éste es precisamente el título del XVI Simposio Internacional de Literatura que se inauguró ayer, con la lección magistral de Manuel Alvar Unamuno y el paisaje de España, y que se clausurará el próximo 31 de julio. De lunes a viernes, y en sesiones de mañana y tarde, hasta un total de 41, este Simposio Internacional, que está organizado por el Instituto Literario y Cultural Hispánico Westminster (California), con el auspicio de la Universidad Nacional de Educación a Distancia (Madrid), se abre a mesas redondas, a lecturas de ponencias, a presentaciones de libros y a homenajes (como el que esta tarde recibirán tres escritoras "de las dos orillas": la española Clara Sánchez, la mexicana Marcela del Río y la argentina María Rosa Lojo).El coordinador de este encuentro internaciuonal, que por primera vez se celebra fuera del continente americano, es Vicente Granados, profesor de Literatura de la Universidad Nacional de Educación a Distancia, quien, en su bienvenida a los congresistas, mayoritariamente americanos, los tranquilizó: "Atravesar el mar no ha sido un obstáculo, sino un aliciente".

Los ponentes, de una y otra orilla, son capaces de escrutar con lupa el casi inabarcable espacio de la Mancha que cabe en una ponencia. Y no hay más que repasar el programa para darse cuenta de lo que puede dar una lupa de investigador, pues las posibilidades son múltiples y, en algunos casos, insólitas.

Una muestra: "La mirada de Fray Mocho sobre la mujer argentina de fines del siglo XIX", "La imagen finisecular del individuo y la sociedad en la muerte de efecto secundario de Ana María Shua", "Un siglo habanero: de la Condesa de Merlín a Zoé Valdés", "Literatura hipermedia: transiciones y perspectivas", "La comida y sus funciones sociales, afectivas y comunicativas en Fortunata y Jacinta de Galdós", "Mujeres al borde de la locura", "La globalización y la ruptura de paradigmas nacionales: el caso de los novísimos", "La madona negra: resistencia, poder e identidad nacional en México, Polonia y Brasil" o "La abandonada en el Rastro: un ejemplo cubista en Ramón Gómez de la Serna". Y así.

La lección magistral de Manuel Alvar sobre Unamuno y el paisaje de España fue el pistoletazo de salida. "Unamuno, como otros del 98, nos acostumbraron a ver a España", dice Alvar, "para enraizarla en nuestra conciencia de hombres. El paisaje en Unamuno, Azorín o Baroja fue un venero de insatisfacciones. La historia, los hombres, el futuro no eran más que incertidumbre.De esa idea apasionada y cordial nació una España llena de ternuras. Rara vez se da en Unamuno la visión acre o despiadada de la España negra. Como los de su generación, descubrió el paisaje buscando en él conocimiento de España, y enraizando en el conocimiento su amor. Surgió así una patria tierna, amable y dulce".