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Saramago: "Vengo a decirle a Alberti que su línea siempre fue recta y clara"

El escritor y periodista José Saramago (Azhinhga, Portugal, 1922), reconocido hoy como uno de los mejores representantes de la literatura portuguesa, ofreció en la mañana de ayer la conferencia inaugural de la quinta edición de los Encuentros con la Poesía de la Fundación Rafael Alberti en El Puerto de Santa María (Cádiz). Saramago, que niega estar obsesionado por el premio Nobel, reconoce su admiración por el poeta gaditano: "He venido a decirle que su línea fue siempre recta y clara".

Ante un incondicional público, Saramago dedicó su intervención a recordar sus encuentros con Rafael Alberti y a reflexionar sobre la función del escritor en la sociedad de hoy. "Conocí a Rafael durante la dictadura portuguesa, sumando nuestras voces a la resistencia". Saramago, miembro del Partido Comunista y participante de la Revolución de los Claveles en 1974, muestra su admiración por el escritor gaditano. "He venido para contarle a Alberti lo que muchos pensamos de él, que su línea recta siempre fue recta y clara. Tengo para él una palabra, palabra de admiración y de muchísimo respeto". Este hombre de letras se muestra agradecido con el octogenario poeta de la Bahía. "En el caso de Rafael el escritor coincide con el hombre: su obra y su vida siempre han andado por el mismo camino, y ésa es una lección que debemos aprender". Tras su intervención, Saramago valoró el hecho de que el Nobel de Literatura nunca ha sido concedido a la lengua portuguesa. "Bueno mire, no lo hay y si lo hay no cambiará nada. Como yo digo la única cosa que cambia es la cuenta bancaria del ganador. Si la lengua portuguesa era buena antes, pues no quedará mejor por el hecho de obtener el Nobel; y si era mala no será el Nobel el que la transformará en una cosa buena". El eterno candidato insiste: "Parece que vivimos todos con esa obsesión. Se ha mitificado mucho el premio. Yo no tengo esa obsesión, pero tampoco soy hipócrita, si alguna vez ocurre, pues muchas gracias". En 1997 publicó Cuadernos de Lanzarote, en el que a través de un diario cuenta la vida cotidiana de un pensador. La historia y la sociedad han sido temas sobre los que Saramago ha vuelto una y otra vez. "Lo que está pasando es que estamos llegando al final de una civilización, que casualmente coincide con el final del milenio. Lo que está claro es que estamos cambiando la forma de vivir, de sentir. Están cambiando los valores, quizá algunos ya no tenían mucho sentido, pero de alguna forma eran el esqueleto de la sociedad, lo que la mantenía de pie, y eso se está disolviendo. Estamos entrando en una sociedad nueva, que no podemos imaginar. Es como si estuviésemos cruzando un puente, y la otra orilla estará aquí en el plazo de 50 o 10 años". El autor no parece ilusionado con el nuevo horizonte, y aprovecha la ocasión para reivindicar las formas de su época. "A mí no me gustaría, yo soy un hombre de mi tiempo, pero lo que es seguro es que no voy a vivir hasta el año 2050, así que ya está".

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