Tostón

Tostón es no ver en una novillada ni una sola chicuelina, ni una buena estocada, ni un natural. ¡Bueno pedir naturales! Pasa muchas tardes pero eso es lo que hubo, bueno, no hubo, ayer en la novillada picada que abria el abono de la Feria de Julio. Torería no hubo más que la del joven Rafael de Foios que tuvo instastes de temple y corrió bien la mano, y la de su paisano Antonio Ruiz Soro que saludó montera en mano por los dos pares llenos de gracia que colocó al que cerraba plaza. Toreria también hubo en la calle de Ribera al salir del coso de la calle Xátiva, al finalizar el festejo, al desfilar, entre flases de los turistas, muy ufanos y torerísimos, espadas y cuadrillas.Los espectadores, mientras, salían a toda prisa del coso, resoplando y dando bostezos. Razones no les faltaron. Los novillos vinieron, de tierras jiennenses, muy relajaditos. Sobre todo los dos últimos, que se dejaron la fuerza en el campo. Ante novillos cómodos y relajaditos Victor de la Serna no pasó de voluntarioso. Con el que abrió plaza, tras un trasteo con más voluntad que acierto, no pasó de cumplir..Nada pudo lucir con el capote. Los novillos salieron con muchos pies, corretones, si fijeza. Con el que abrió plaza además se le vió falto de recursos. Cierto es que el novillo se quedaba en la suerte y ante la incertidumbre y poca casta del animal abrevió. Con el cuarto toreó en los medios sin hondura, el novillo siempre le enganchó la muleta y por ninguno de los dos pitones sacó nada en claro. Eso sí, lo intentó, tratando, al menos de justificar su presencia en la feria.

El valenciano Gallito se ganó su puesto de ayer en la novillada que en honor a la virgen de los Desamparados se celebró en mayo, dónde cuajó una buena actuación y cortó una oreja.También se llevó un puntazo quizá por eso su segundo novillo se lo brindó al equipo médico de la plaza.

Ayer estuvo tesonero y alargó las faenas a ver si sonaba la flauta. Pero ni los astados estaban por ello ni a Gallito le sobra el oficio. Al primero lo recibió a porta gayola y por poco si lo arrolla. Trató de acoplarse pero también se estrelló con el cabeceo de su oponente. Lo intentó por ambos pitones pero no sonaba nada; ni la banda. Así que, baja la moral, pasaportó al primero de su lote. Volvió a porfiar en el flojo quinto, pero solo consiguió un trasteo sin transmisión. Con visibles muestras de decepción entró a matar con rabia pero no se cruzó y quedó encunado. Por suerte sólo le rompió la chaquetilla.

Quien toreó templado y ligó muletazos de buen trazo fue Rafael de Foios. Se lució con el capote y con la derecha, en su primero, corrió bien la mano. Luego con la izquierda logró naturales de bella factura pero falló con el acero. El que cerraba plaza se derrumbó ya en el peto del caballo. No obstante en banderillas fué dónde se lució Antonio Ruiz, hermano del Soro, quien se tuvo que desmonterar por clavar un buen par de rehiletes al flojucho novillo.

Rafael de Foios inició muy animoso su faena. Pero en la segunda tanda la poca codicia y la escasez de fuerzas del novillo le hicieron echarse encima y tanto agobió al animal que terminó por rajarse. Así que montó la espada y pinchó una primera vez y luego volvió a pinchar sin soltar. Pero el animalito tan escaso estaba de fuerzas que se tumbó a los pies del de Foios.

De allí ya no se levantó. Trataron de levantarlo, le tiraron del rabo, de los pitones, pero nada. Así es que donde mismo cayó murió del cachetazo que le dió el puntillero. No tuvo tampoco toreria este último acto pero puso fin a la función.