Unos "okupas" rentables
Ocupación, limpieza y desalojo. La historia no ha terminado como esperaban sus protagonistas, medio centenar de jóvenes okupas que se habían instalado hace casi dos meses en un almacén abandonado del barrio bilbaíno de Rekalde, uno de los más humildes de la capital. Ni tan siquiera ha concluido como preveía el Ayuntamiento, que había llegado a un acuerdo con la propietaria de la lonja para permitir la presencia de los inquilinos mientras no se determinase su uso. A la ocupación del inmueble, el pasado 20 de mayo, siguió la limpieza de la lonja, en desuso desde hace diez años, con el fin de habilitar un centro social. Decenas de contenedores de basura salieron del interior -los malos olores habían sido motivo de queja de los vecinos- y lo que quedó hizo saltar la alarma: cerca de 1.500 kilos de amianto, bidones de cianuro sódico y otros residuos tóxicos. Y la limpieza ha precedido al desalojo: agentes de la Ertzaintza acudieron al lugar a mediodía de ayer con una orden de un juzgado bilbaíno que imponía el desalojo y la identificación de los ocupantes, según informó el Departamento de Interior. La propietaria, una vecina de Bilbao, había tramitado una actuación contra los jóvenes. Sin detenidos "Ha faltado a los términos del acuerdo que pactó con el concejal de Cultura, Joseba Inchaurraga. Su actitud es criticable porque ha esperado a que los jóvenes limpien la lonja. Y ahora que está libre de desperdicios, reclama la propiedad", critica Julia Madrazo, concejal bilbaína de Medio Ambiente, área que comprobó la existencia de materiales tóxicos. Madrazo opina que, una vez asumida la propiedad del local, debería hacerse cargo de la retirada de los desechos tóxicos. Los okupas estaban resignados. Sobre las 12 horas, agentes de la Ertzaintza llamaron a la puerta del inmueble con la orden judicial. Había una quincena de jóvenes en su interior. No hubo resistencia ni detenidos: una estoica espera de 20 minutos, lo que duró el registro del local. Luego, el trasiego de enseres al exterior durante cerca de dos horas. "Esto no soluciona nada, es putear y más putear, hasta que se cansen de putear", se lamenta uno de los okupas. Vecinos del barrio ayudan en hilera, como cuando se acarreaban los cubos de agua para sofocar los incendios en el viejo Oeste, en las labores de extracción de material: cuadros, caballetes de pintura, mesas, sillas, hasta una vieja y pesada máquina de coser. Una decena de beltzas, desplazados en cuatro furgonetas antidisturbios de la Ertzaintza, vigilan con impaciencia las labores. "Justicia, esto es justicia", clama un joven mientras sacaba pertenencias una y otra vez. "Por lo menos, decirnos por qué nos habéis dejado sin casa", inquiere otro. "Llegó una orden del juzgado y actuamos. Sobre las 14.30 horas ha terminado la actuación", informan telegráficamente en el servicio de Prensa de la Consejería de Interior. La concejal Julia Madrazo no ve margen de actuación para el Ayuntamiento. "Nada podemos hacer. Había una actuación penal por parte de la propietaria y se ha procedido al desalojo. Lo único que está en nuestras manos es insistir para que quite los residuos y sancionarle también, si es necesario". "Nos parece que, siempre que estén claras unas reglas de juego, lo más interesante es que se den posibilidades asociacionistas, lúdicas, a un local a que se encuentre abandonado y con malos olores", opina la concejal. Los okupas sólo ven su futuro inmediato. "Estamos en la calle, otra vez de cero". El final de las operaciones de desalojo y la concentración de una docena de jóvenes en la puerta ha provocado el nerviosismo de algunos agentes. "Fuera de la puerta. Iros para atrás", espeta uno. "¿Qué pasa, tenéis algún problema con el aire", surge una voz entre el grupo de ertzainas. La tensión desaparece rápidamente y los inquilinos se interesan por saber el número del juzgado del que ha partido la orden. Unos metros más allá, una furgoneta y un vehículo acogen todo el mobiliario de lo que hasta hace dos horas era su centro de reunión y cuyo destino inmediato es toda una incógnita. "Si no echan el edificio, igual volvemos, porque no lo han precintado. ¿Adónde vamos a ir?", se pregunta un okupa, sudoroso y con la mirada perdida.
En dos semanas se conocerá la toxicidad
Una empresa autorizada para el tratamiento de los residuos tóxicos por el Gobierno vasco analizará en un plazo de dos semanas la peligrosidad de los desechos descubiertos por los okupas en Bilbao. Según informó ayer la concejal de Medio Ambiente, Julia Madrazo, se deberá determinar también el traslado de los materiales y la asunción de los costes de su retirada y tratamiento, bien por parte de la propietaria o del Gobierno vasco. Los residuos se encuentran en el sótano del edificio, que se encuentra cerrado desde que fue inspeccionado por los técnicos municipales de Medio Ambiente. En el informe se constata la presencia de entre 1.000 y 1.500 kilos de amianto, así como dos bidones con 50 kilos de cianuro sódico. A estos desechos se une otro frasco de ácido clorhídrico descubierto en la visita que el miércoles realizaron técnicos del Gobierno vasco. La peligrosidad del amianto viene determinada por el polvo que desprende, asociado a enfermedades mortales como la fibrosis pulmonar y cánceres de bronquios y pulmón. En el caso del cianuro, los inconvenientes provienen de su inhalación o manipulación, que requiere el empleo de aparatos respiratorios y equipos de protección. Los técnicos del Gobierno han confirmado la prohibición expresa de manipular y retirar los productos por personal sin autorización. Antes de que se pusiera en conocimiento de los autoridades, algunos de los jóvenes habían realizado labores de limpieza en el sótano e incluso llegaron a fumigarlo con productos desinfectantes. El hallazgo de desechos tóxicos en el barrio de Rekalde se une a otro episodio reciente en la zona de Castrejana, también en Bilbao. Se descubrieron en unas naves abandonadas diversos residuos tóxicos y, tras los análisis del Departamento de Medio Ambiente del Gobierno, se conminó a los propietarios a pagar el coste del traslado, un asunto que aún no se ha resuelto.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.
Archivado En
- Residuos tóxicos
- Impacto ambiental
- Okupas
- Ayuntamientos
- Viviendas vacías
- Bilbao
- Bizkaia
- Administración local
- Política ambiental
- Residuos
- Vivienda
- País Vasco
- Protección ambiental
- Problemas ambientales
- España
- Administración pública
- Medio ambiente
- Saneamiento
- Salud pública
- Política sanitaria
- Equipamiento urbano
- Urbanismo
- Sanidad
- Salud