Yeltsin decide a última hora asistir hoy a los funerales de la familia Románov
Borís Yeltsin no ha resistido la tentación. En un mensaje televisado, el presidente ruso anunció ayer que asistirá hoy en San Petersburgo al entierro solemne de los restos del último zar, Nicolás II, de su esposa, tres de sus hijas, su médico personal y tres criados. Todos ellos fueron ejecutados por los bolcheviques hace 80 años en Yekaterimburgo. Y desde esa ciudad de los Urales fueron conducidos ayer sus huesos en un avión especial hasta la antigua capital imperial, donde fueron recibidos por 47 miembros de la familia Románov y depositados en la catedral de San Pedro y San Pablo.
"La verdad ha estado oculta durante 80 años", afirmó ayer el líder del Kremlin. "Tenemos que decirla ahora y yo debo tomar parte. Eso es lo que tengo que hacer desde el punto de vista humano. Pero puede que haya más". Yeltsin había delegado en su viceprimer ministro, Borís Nemtsov, una vez que el patriarca ortodoxo, Alejo II, decidió no presidir las exequias. Pero ni siquiera estas dos señaladas ausencias restaban brillo al acontecimiento, como demuestra la presencia en San Petersburgo de más de mil periodistas.Los Románov convirtieron el vestíbulo del hotel Astoria, donde se congregaron para salir hacia el aeropuerto, en escenario casi festivo de su dulce revancha por tantos años de exilio. Puede que hoy les gane por la mano Yeltsin, pero ayer fueron ellos los protagonistas, el objetivo de centenares de cámaras y entrevistas. Sus lágrimas en la catedral de San Pedro y San Pablo fueron retransmitidas en directo a todo el mundo.
Los nueve ataúdes de 1,20 metros de largo fueron recibidos con guardia militar y banda de música en el aeropuerto de Pulkovo. Luego, un cortejo de furgonetas y autobuses recorrió el centro de la ciudad, redujo su velocidad para que se le rindieran honores ante el Palacio de Invierno (hoy sede del Museo Ermitage) y arribó por fin a la fortaleza de Pedro y Pablo. Hasta la catedral, los féretros fueron a hombros de oficiales del Ejército. Ya dentro del templo, fueron dispuestos en una pirámide: en el piso superior, Nicolás II y la emperatriz Alejandra; en el intermedio, las grandes duquesas Anastasia, Olga y Tatiana. Y en el bajo, el médico Yevgueni Botkin, la doncella Ana Demídova, el ayuda de cámara Alexéi Trupp y el cocinero Iván Jaritonov. Ochenta años después, tras más de setenta de comunismo, en la hora de la reconciliación, sigue habiendo clases en Rusia.
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