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LAS VENTAS

Doble triunfo

Dos toreros de muy distinto corte, vitola y experiencia se han subido a la carroza de los triunfadores en esta tarde veraniega. Por un lado, José Antonio Campuzano, con 26 años de alternativa como matador de toros y con una larga trayectoria de éxitos. Por otro, un joven confirmante, que ha levantado la bandera del triunfo en el último toro del encierro, ante el que salió dispuesto a no irse, de ninguna manera, de vacío.José Antonio Campuzano ha cortado una oreja de ley al cuarto, un toro que embistió con mansedumbre, sosería y desgana. Sólo un torero con los conocimientos y el oficio del de Gerena es capaz de construir una faena como la de este cornúpeta del hierro de Isabel Vicente. Una faena que fue de menos a más y que culminó con dos tandas de naturales, perfectamente ligadas con el pase de pecho y con unos ayudados por bajo llenos de plástica y torería. El toro llegó a parecer bueno a algunos espectadores, que lo aplaudieron en el arrastre. El espejismo de su boyantía se debía a las manos del maestro Campuzano que, una vez más, demostró su técnica, sus conocimientos y su enorme oficio.

Albarrán / Campuzano, Ramos, Califa

Toros de Juan Albarrán (dos desechados en el reconocimiento y otro devuelto por inválido), flojos y manejables. De Isabel Vicente: 3º, devuelto al inutilizarse. 4º, soso. Sobreros: de Carriquiri, difícil. De Valdemoro, anovillado e incómodo. José Antonio Campuzano: estocada desprendida (algunas palmas); estocada (oreja). José Ignacio Ramos: pinchazo sin soltar y estocada desprendida (ovación y salida al tercio); estocada (vuelta). El Califa: estocada desprendida -aviso- y descabello (aplausos); estocada tendida perdiendo la muleta (oreja). Plaza de Las Ventas. 12 de julio. Un cuarto de entrada.

La labor en su primer toro fue más sobria que artística, pero siempre muy torera. Toreó José Antonio con facilidad y desahogo, en derechazos aseados y naturales muy bien rematados. Siempre adaptándose a las condiciones del bicho. Fue, ni más ni menos, la faena que el toro exigía. El Califa ha conseguido el éxito en la tarde de su confirmación. No se había acoplado con su primer toro, tal vez porque el animal carecía de fuerza y de gas. El de Játiva lo pasó de muleta con escaso temple, aunque se quedó siempre quieto. El toro terminó punteando, tocándole la muleta demasiado y el torero se equivocó al alargar la faena. Pero en el sexto sacó la otra cara de su moneda. Tras un escalofriante cambio por la espalda, en los medios, ligó una tanda de derechazos muy templada y con las zapatillas clavadas en la arena. De repente, sufrió una cogida muy angustiosa y espectacular, pues estuvo colgado de un pitón durante interminables segundos. Se levantó sin mirarse y se enfrentó de nuevo al toro, que llevaba la cara alta, desparramaba la vista y se ceñía al final de los muletazos. La faena del valenciano fue una mezcla de alardes de valor y de buen toreo. Y hasta hubo pellizcos de arte en dos molinetes con la zurda.

José Ignacio Ramos no tocó pelo, pero estuvo muy digno. Espectacular y meritorios tercios de banderillas, sobre todo en su primer toro. Le tocaron los enemigos más difíciles. Un sobrero de Carriquiri que echaba las manos por delante y al que puso banderillas en un alarde de facultades. La faena fue tesonera, valiente, con aguante y con agallas.

El quinto se quedaba, echaba la cara arriba y buscaba. A pesar de que acortaba el viaje, Ramos consiguió darle pases sin perderle la cara y sortear sus dificultades.

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