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Una edición de "nivel", más que de "picos"

El País

IÑAKI AÑUA En las grabaciones de música -y el jazz no es una excepción- existen los picos, los momentos en que el nivel sonoro se dispara por un instante. Ésta ha sido la tónica en anteriores ediciones del Festival Internacional de Vitoria-Gasteiz, cuando una superestrella como Phil Collins o Eric Clapton, ha ejercido un papel similar al de las subidas de decibelios. Sin embargo, el programa de la XXII edición se ha centrado en el nivel. La idea ha sido reunir una serie de conciertos tan interesantes y variados, que ni el aficionado ni el público más ocasional puedan dejar de sentirse atraídos por una u otra actuación. Y no es que lo digamos sólo quienes hemos construido esta oferta musical durante el último año. Es que, además, la crítica se ha basado en el equilibrio de la programación para resaltar que se trata de la mejor, la más completa, entre las que hemos presentado en los últimos años. Tampoco faltan nombres tan conocidos como el de Steve Winwood, que mostrará su faceta más latina actuando al lado de Tito Puente y Arturo Sandoval. O el prestigio de un pianista de la talla de McCoy Tyner, además de la emocionante trompeta de Nicholas Payton, el embrujo flamenco de Jorge Pardo y Carles Benavent, así como la fuerza contemporánea del bajista Marcus Miller. Los homenajes, habituales en el Festival de Vitoria, se dedican este año a dos grandes damas de la música y a un precursor en la difusión del jazz hacia nuevos ámbitos. Por un lado, Dee Dee Bridgewater estará acompañada por el trío de Ray Brown para recordar a la inolvidable Ella Fitzgeerald; y la voz de Mavis Staples llenará Mendizorroza con los ecos del gospel de la gran señora de esta modalidad que es, Mahalia Jackson. Por otra parte, las hermanas Katia y Marielle Labèque revivirán las partituras del compositor George Gershwin, auténtico puente entre el jazz y la tradición clásica. Otro punto de encuentro musical es la sección Jazz del Siglo XXI, con propuestas tan interesantes como la del batería Joey Baron, los músicos vitorianos de 3 Jazz Breaks o el proyecto de Uri Caine, basado en obras de Gustav Mahler. A esta sección, seña de identidad del Festival de Vitoria, se ha sumado la cita con los más pequeños: un concierto para niños que busca educar, acercar el jazz a las nuevas generaciones. El menú está servido. Tan equilibrado como, según dicen los expertos, lo es la dieta mediterránea. Tiene de todo. Y, en esencia, jazz.

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Iñaki Añua es director del Festival de Jazz de Vitoria-Gasteiz.

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