De la batuta de Abbado a la del joven Daniel Harding
El carácter intimista que da al tratamiento escénico de Don Juan Peter Brook se ve reforzado por el planteamiento musical. El sonido orquestal es camerístico, con metales, arcos y timbales barrocos, buscando una ligereza tímbrica que acompañe la confidencia vocal. Los algo más de medio centenar de instrumentistas de la Orquesta de Cámara Mahler, creada en 1997, proceden de la Orquesta de Jóvenes Gustav Mahler, y sus edades están comprendidas entre 22 y 28 años.Comparten la dirección Claudio Abbado y Daniel Harding, un joven de 22 años al que correspondieron las glorias -y tensiones- de la premiere. Su forma de dirigir participa de la claridad analística de gesto y manejo de batuta de Abbado, y del fuego vital e impulsivo de Simon Rattle. No en vano, fue asistente del primero en la Filarmónica de Berlín en la temporada 1995-96 (sucediendo al español Pedro Alcalde) y tuvo sus primeras oportunidades profesionales de la mano del segundo, especialmente en una sustitución providencial en el teatro Châtelet de París.En España ha dirigido una sinfonía de Bruckner con la Sinfónica de Galicia.
Dominio técnico
Su planteamiento de Don Juan fue arrollador, de gran dominio técnico y con una espontánea capacidad de comunicación, no desmereciendo del de Abbado al día siguiente, aunque el milanés sacó a flote su experiencia concertadora en el tratamiento de las voces y una extraordinaria transparencia en el dibujo dramático de las situaciones.A grandes rasgos, Harding arrastró hacia sí mismo todo el peso de la lectura y Abbado lo volcó en función de las voces. Fueron ambas dos versiones magníficas, donde la orquesta sonó de forma diferente aunque el proceso de trabajo haya sido compartido. También los dos repartos vocales mostraron diferencias. Más conjuntado, más teatral, el de Abbado, pero con voces de interés en los dos días.
El personaje protagonista, por ejemplo, estuvo mejor cantado por Peter Mattei que por Roberto Scaltriti, pero este último le dio una mayor identidad teatral. A destacar también las voces de K. Tarver, V. Gens, N.Ulivieri y M.Colonna en el reparto digido por Abbado, y las de C.Remigio, J. Mark Ainsley, G.Cachemaille y L.Larsson en el de Harding. La presencia permanente del clave y el violonchelo contribuyeron a agilizar la continuidad narrativa de los recitativos.
Lo fundamental fue, en cualquier caso, la labor de conjunto (ningún cantante, ni siquiera los que encarnaban a don Juan salió a saludar individualmente) y el espíritu juvenil de trabajo (Abbado, por ejemplo, dirigió en camisa y con las mangas ligeramente remangadas), que llevó a unos resultados muy atractivos tanto en el tratamiento musical como en el perfil teatral de las voces.
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