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Ley seca xenófoba

Cierran los seis bares de un pueblo de Lleida por trifulcas de los temporeros

Los vecinos de la localidad leridana de La Granja d"Escarp han vivido durante 48 horas bajo una estricta ley seca, impuesta por los propietarios de los seis bares de la población, quienes el pasado miércoles decidieron cerrar a cal y canto las puertas de sus establecimientos como protesta por las repetidas peleas que, según ellos, protagonizan los inmigrantes magrebíes que deambulan por sus calles porque este año no hay trabajo para todos en la recolección de la fruta. Los bares volverán a abrir hoy después de que las autoridades hayan garantizado una mayor vigilancia policial.La Granja d"Escarp, localidad de unos unos 1.100 habitantes, es el más occidental de los municipios leridanos productores de fruta, ya que está situada en una zona pico de la provincia de Lleida junto a las provincia de Huesca y Zaragoza, junto al río Segre. Su paisaje urbano se transforma cada año por estas fechas con la llegada masiva de temporeros, que pretenden encontrar un empleo en el campo, pero sólo una parte de ellos logrará este año el objetivo. El resto está abocado a malvivir en condiciones de precariedad acusada. Para esta campaña han llegado más de 300 temporeros, la mayoría procedentes del Magreb, y sólo hay trabajo para un centenar. Para el alcalde de La Granja d"Escarp, Manuel Teixidó, de Convergència i Unió, coalición nacionalista que gobierna en mayoría, el problema no es nuevo: "Este año ha fallado la pera limonera y como no hay trabajo para tanta gente aumenta la violencia."

Esta situación, que se reproduce también en otras poblaciones de la comarca, origina numerosos problemas de convivencia con los vecinos y altercados entre los propios temporeros. La paz que se respira en las calles de la Granja d"Escarp durante el día acostumbra a turbarse al atardecer cuando decenas de temporeros acuden a la plaza de la Creu, donde están concentrados la mayoría de los bares, y empiezan a beber cerveza y vino. No hay día en que no haya broncas. La última, la que colmó la paciencia de los propietarios de los bares, se produjo el martes pasado por la noche delante del bar Joel, donde fue agredido a navajazos un argelino. "Las peleas empiezan en la calle pero siempre acaban dentro de los bares. Estamos hartos de presenciar navajazos cada día y no podemos prohibirles la entrada, porque luego se diría que somos racistas", explicó visiblemente enfadado el dueño de uno de los locales. Los propietarios de los seis bares que hay en La Granja d"Escarp culpan de tanta violencia a marroquíes y argelinos y afirman que no están dispuestos a correr más riesgos innecesarios por falta de seguridad. Por eso decidieron bajar las rejas de sus locales hasta que se les garantizara un servicio de vigilancia permanente en el pueblo. Tras una reunión con el alcalde y con un mando de la Guardia Civil, los restauradores acordaron ayer reabrir los bares a partir de hoy: "Nos han prometido que entre la Guardia Civil y los Mossos d"Esquadra tendremos vigilancia las 24 horas, pero si no es así volveremos a cerrar".

Los vecinos del pueblo, que dan la razón a los propietarios de los bares en su xenófoba y excluyente protesta, también reclaman más vigilancia policial y señalan a un pequeño grupo de temporeros como los responsables de la mayoría de los altercados y robos que se cometen en ela población. "Hay cinco o seis que son más conflictivos y todos sabemos quienes son. El problema tal vez se acabaría si la Guardia Civil se llevara a todos los temporeros que son más agresivos. Ahora estamos desprotegidos", señalaba ayer una vecina que cree que los temporeros "no son los que más alcohol consumen en los bares porque suelen comprar las xibecas (litronas de cerveza) y las botellas de vino en las tiendas, lo qu epasa es que cuando se sientan en las terrazas de los bares ya van calientes". Al lado de la mujer, un payés opinaba que lo mejor sería que no hubiera bares porque así los temporeros podrían dormir más y, de esta manera, llegarían por la mañana a las fincas en mejores condiciones físicas y anímicas para trabajar.

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