Un estudio compara la brutalidad policial en EEUU con la de "un país represor"
El mayor grupo de defensa de los derechos humanos de EEUU cree que el problema de la brutalidad policial en ese país es de una violencia inusitada y debería ser considerado "un escándalo internacional". Human Rights Watch hizo público el martes un informe en el que se concluye que la policía de EEUU actúa frecuentemente por encima de la ley al igual que en muchos "países represores". Las minorías étnicas, hispanos y negros en primer lugar, son las principales víctimas de estos abusos.
La cuestión de la brutalidad policial en EEUU, que periódicamente adquiere una relevancia añadida por casos como el del haitiano Abner Louima el año pasado en Nueva York, se perpetúa porque ni las instancias superiores ni las autoridades de Washington se lo plantean en serio, según Human Rights Watch."Tememos que la inactividad del Gobierno a la hora de combatir este serio problema mina la credibilidad de EEUU al hablar de abusos de derechos humanos en el resto del mundo", dijo ayer el director ejecutivo de Human Rights Watch, Kenneth Roth.
Las 14 ciudades objeto de estudio han sido Atlanta, Boston, Chicago, Detroit, Indianápolis, Los Ángeles, Minneapolis, Nueva Orleans, Nueva York, Filadelfia, Portland, Providence, San Francisco, y Washington, D.C. En todas, el informe ha observado que la policía "dispara injustificadamente, da palizas brutales, realiza estrangulamientos fatales y da un trato físico innecesariamente rudo".
Negros e hispanos alegan brutalidad policial "con más frecuencia que los residentes blancos, y en una proporción muy superior a su presencia en cada ciudad". Es decir, que según el informe, no vale la excusa oficial de que hay más percances con estas minorías porque su presencia en los núcleos urbanos es mayor.
Human Rights Watch no da cifras estadísticas porque la incidencia cuantitativa de la brutalidad policial es casi imposible de estimar. En 1996, por ejemplo, hubo en Nueva York 5.996 demandas civiles por abuso de poder por parte de la policía, pero las que no llegan a juicio podrían ser muchas más. En la primera mitad de 1997, el 78% de las quejas presentadas oficialmente contra la policía de Nueva York provenía de negros y latinos, que en conjunto son el 53% de la población de esa ciudad.
Grupos como Amnistía Internacional también han denunciado este problema y los obstáculos que ponen los propios departamentos de policía para delimitarlo. De hecho, el informe de Human Rights Watch afirma que "los superiores claramente no realizan su tarea de combatir la brutalidad. Como en muchos países represores, la policía en EEUU comete actos de brutalidad porque se les permite permanecer por encima de la ley".
El informe ha detectado también la pervivencia de un llamado "código de silencio" mediante el cual la brutalidad se ignora a todos los niveles o se desestima alegando que son casos aislados. A nivel local, las autoridades no quieren enemistarse con la policía y prefieren, a modo de parche, pagar a las víctimas indemnizaciones de cientos de millones de dólares que salen del bolsillo de los contribuyentes (el despilfarro de Nueva York en este capítulo es asombroso). Y para culminar la pésima situación, los fiscales del Estado apenas se enfrentan a casos federales de violación de derechos civiles: sólo 29 de 11.000 presentados en 1997 (no todos relacionados directamente con abusos policiales).
En 1994, el Congreso pidió al Departamento de Justicia que realizara un informe anual con estadísticas sobre abusos por parte de la policia, pero esa iniciativa aún no se ha hecho realidad.
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