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Reportaje:

Amor y odio a orillas del río Grande

México coquetea con Cuba cada vez que tiene un roce con Estados Unidos

Juan Jesús Aznárez

Periódicamente, México y Estados Unidos entran en colisión por diferencias comerciales, políticas o coyunturales y entonces México se alza nacionalista, o monta una visita a Cuba, mayormente para fastidiar al imperio. "Casi siempre que tienen un encontronazo, nos envían un ministro", comentaba a este corresponsal un funcionario cubano el pasado mes de enero.La Operación Casablanca contra el blanqueo de capitales en la banca mexicana fue ejecutada por Washington sin informar a México, y ese incumplimiento de los acuerdos de cooperación vigentes levantó aquí ronchas y convocatorias a devolver el golpe.

Semanas después del escándalo, la secretaria (ministra) de Relaciones Exteriores, Rosario Green, viajaba a La Habana. Su reunión con el dirigente cubano, Fidel Castro, fue larguísima y amistosísima.

Hace dos viernes, recién llegada de Cuba, Green reconoció que las relaciones con Estados Unidos habían sufrido uno de los embates más serios de los últimos tiempos. La Operación Casablanca vulneró la confianza existente entre ambas naciones.

Pero no todo está perdido. La colaboración entre los cuerpos de bomberos de ambos países funciona a satisfacción de las partes, tal como lo indica la ordenada confluencia de mangueras durante la extinción de un incendio en el último bosque tropical azteca, y México lleva camino de desplazar a Japón como segundo socio comercial del rico vecino. Además se impuso como segundo receptor de la inversión directa procedente de Estados Unidos, y el intercambio comercial suma ya 180.000 millones de dólares (27 billones de pesetas).

Los dos países comparten 3.000 kilómetros de frontera, cruzada anualmente por 300 millones de personas, casi diez millones viven a ambos lados de la línea divisoria, y 18 millones de turistas norteamericanos visitan cada año México y dejan 6.000 millones de dólares. Según cifras oficiales, México adquirió entre enero y abril de este año bienes y mercancías de Estados Unidos por 26.120 millones de dólares, un 31,1% superior a los 19.917 millones acumulados por Japón en el mismo periodo.

Siete millones de mexicanos emigraron al norte en busca de una mejor vida, y giran a su país miles de millones en divisas. Esta diversidad, y complejidad, en los vínculos, la historia, el narcotráfico y otros muchos factores explican los abrazos y los choques.

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El día de su regreso de Cuba, Rosario Green presidió una comida en la Cámara de Comercio de Estados Unidos en México. Allí rechazó la batida encubierta contra el narcolavado, y también la forma en que fue instrumentalizada. No fue comunicada a México porque Washington desconfía de sus cuerpos de seguridad, y de su justicia, dijeron descarnadamente legisladores norteamericanos.

La ministra admitió que se estudian acciones legales contra las posibles violaciones de la soberanía mexicana, y no se descarta una solicitud de extradiciones. Este jueves se supo que un fiscal de Tijuana, Jaime Hernández, ha comenzado averiguaciones previas a raíz de la denuncia de Alejandra Cerdá, esposa de uno de los que cayeron en la trampa de Washington.

Funcionarios norteamericanos actuaron en territorio ajeno a lo largo de los tres años de la operación, acusó México. "Es evidente que no funcionaron los mecanismos de cooperación bilateral para combatir conjuntamente el narcotráfico, y específicamente, el lavado de dinero", dijo Green. "Seremos inflexibles en el rechazo a cualquier intento, aislado o concertado, que pretenda violentar nuestra jurisdicción territorial y nuestra soberanía".

Poco antes de su viaje a la mayor de las Antillas se había instalado en México otra fricción a propósito de la soberanía. La causó esta frase de Madeleine Albright, secretaria de Estado. "Estamos presionando" al Gobierno mexicano para que solucione el conflicto de Chiapas. Las protestas, y discusiones sobre cual fuera el verdadero significado de los términos utilizados por la funcionaria estadounidense no se hicieron esperar.

Rosario Green restó gravedad al asunto. "We are pressing" no quiere decir en español "estamos presionando", sino "estamos urgiendo", precisó. Esto fue un martes. El jueves siguiente, 19 del mes pasado, la jefa de la diplomacia mexicana abordaba la cuestión con parlamentarios compatriotas participantes en el encuentro anual con pares norteamericanos.

"La secretaria [Green] nos dijo que presionar es presionar, y que Albright debió haber utilizado otra palabra más afortunada. Coincidió con nosotros que era una declaración ofensiva", reveló un diputado. Washington medió al poco: ni presionar, ni urgir. Quiso decirse instar, apoyando al Gobierno de México.

Un informe consular difundido por el Departamento de Estado en mayo derivó en otro enfado. La circular, de seis folios, advertía contra los "policías uniformados" que cometen delitos contra extranjeros y detienen vehículos en busca de dinero o asaltan o roban a turistas que caminan de noche.

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