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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Contribución más justa

LA PROPUESTA presentada por España para modular las aportaciones al presupuesto de la Unión Europea según la riqueza por habitante es un paso en la dirección adecuada. A largo plazo, España tiene más que ganar modificando lo que entrega a las arcas comunitarias que luchando desesperadamente por las subvenciones, sobre todo por los fondos estructurales y de cohesión. Este último, como apuntan las intenciones anunciadas por la actual presidencia austríaca de la UE, se podrá salvar en las próximas perspectivas presupuestarias para los años 2000 a 2006, pero difícilmente más allá. Y como Alemania -el país que asume casi la mitad de las contribuciones netas a la UE- pretende que se reabra el melón financiero para reducir su aportación, el momento parece adecuado para que España plantee una reivindicación que viene de lejos, puesto que ya el Gobierno socialista manejó una fórmula similar.La propuesta, transmitida a la Comisión Europea para que la incorpore a las ideas que ha de presentar en el otoño al respecto, consiste en modular las aportaciones de cada Estado de forma más progresiva, de acuerdo con la riqueza por habitante, en lo que sería un principio cuasi federal. España ofrece tres posibilidades: afinar las contribuciones en el impuesto sobre el valor añadido o vinculadas al producto nacional bruto (80% del total entre ambas) de acuerdo a la renta por habitante; aplicar tal modulación a sólo una parte de estas aportaciones, o ir a una modulación por grupos de países, en relación a la media de riqueza de la UE. Con cualquiera de ellas, el objetivo español es conseguir pagar menos y asegurarse de que seguirá recibiendo más de lo que aporta. Pero acierta al vestirlo con un lenguaje más general y pedir un sistema "claro y no discriminatorio".

Un problema de oportunidad significativo es que el Gobierno español ha presentado estas ideas de forma unilateral, sin que aparezcan sustentadas en una alianza con otros países de la UE que le garanticen apoyos. La propuesta no debería convertirse en una mera baza negociadora, sino servir de base para plantear un proyecto de futuro que sea algo más que un parche sobre un sistema de financiación construido durante muchos años a base de remiendos. Antes de entrar a discutir los presupuestos del 2000 al 2006 quizás fuera el momento de abrir una discusión a fondo sobre los fines de esta Unión que está creando de forma acelerada una moneda única y abriéndose al Este: ¿Redistribuir riqueza o simplemente garantizar la estabilidad en un gran mercado? Un debate eminentemente político sobre la finalidad de la Unión Europea.

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