Inteligencia teatral

Puede que en las próximas noches tenga usted muchas cosas importantes que hacer, incluso dormir; deje alguna de ellas y acuda a la que le puede ser más provechosa, la representación al aire libre en el Canto de la Cabra de La secreta obscenidad de cada día: por lo menos le servirá para recordar que no todo en el teatro está perdido, y que lo único que lo pierde en España cada día más es la falta de talento colectivo.Esta obra no es nueva (y se había dado en España): el autor chileno la estrenó en el primer tránsito desde la caída de Pinochet a lo que se llama democracia en Chile, donde el propio dictador es ahora senador de la república, de forma que el estado de transición sigue en vilo y probablemente lo estará así hasta que llegue otra dictadura, si les fuese necesaria. Tampoco es un problema de Chile: todo país, y el nuestro es uno, pasa por esos estados de incertidumbre y, sobre todo, de destrucción del sujeto dictado durante mucho tiempo. Todo el alud de desapego, desencanto, desarraigo: toda la sensación de marginalidad y podredumbre moral.

Todos estos temas están tratados por el chileno Marco Antonio de la Parra con un sentido amplio de todos los recursos del humor: lo irónico, lo sardónico, lo absurdo. Esta obra divertida y breve -poco más de una hora- está repleta de ideas, de pensamientos, de choques, de situaciones teatrales, de sorpresas. Sin abrir la mandíbula que muerde su presa.

No la voy a contar, no la voy a revelar. Basta la crítica positiva, basta la recomendación; por la obra y por los actores.