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Clinton insta a China a abrir sus mercados

ENVIADO ESPECIALChina ha escuchado cientos de veces en los últimos dos siglos la misma petición formulada por labios occidentales: que abra sus mercados a los productos extranjeros. Bill Clinton la reiteró ayer en Shanghai, la ciudad que lidera el despertar económico del viejo dragón. EEUU, dijo, compra un tercio de las exportaciones chinas, por lo que debería tener un acceso más libre a los mercados chinos. Pero si en el pasado China cerraba sus puertas por autosuficiencia, hoy lo hace por miedo a la desaparición de sus industrias.

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La historia es tan vieja que ya Séneca reprochaba a sus compatriotas romanos que se arruinaran para que sus mujeres llevasen velos de seda cuya transparencia ofendía el pudor. Roma ya importaba entonces sedas y especias de China, sin lograr exportarle nada. A lo largo de los siglos que siguieron, la China que inventó la imprenta, la pólvora y la brújula siguió vendiendo sin comprar, dominada por la impresión de que no necesitaba nada de los bárbaros de Occidente.Ésa fue la razón de su decadencia. En 1793, en plena Revolución Francesa, Inglaterra envió a Pekín una primera expedición dirigida por Lord Macartney para pedirle al emperador Qianlong la apertura comercial de China. La expedición fracasó, pero pocas décadas después los británicos consiguieron su objetivo a cañonazos, en la ignominiosa Guerra del Opio.

China ha despertado económicamente con Den Xiaoping y Jiang Zemin y aquí está Clinton, precisamente, argumenta la Casa Blanca, para evitar que se cumpla el augurio de Napoleón y el mundo comience a temblar.

Visita a la Bolsa

Los dos actos centrales de la agenda de ayer del presidente estadounidense fueron un desayuno con hombres de negocios de Shanghai y una visita a la Bolsa de la ciudad, un tremendo rascacielos de cristal y acero que se ha convertido en uno de los grandes símbolos del actual sistema chino, que políticamente todavía se define como comunista, pero que está impulsando el capitalismo social y económico.Clinton instó a China a derribar la Gran Muralla que todavía cierra sus mercados a los productos extranjeros, culminar la privatización de las industrias estatales, mejorar el marco legal en el que se mueve el mundo de los negocios, potenciar los derechos personales frente a la arbitrariedad gubernamental y hacer grandes esfuerzos para combatir la corrupción. Clinton se declaró partidario del ingreso de China en la Organización Mundial de Comercio, incluso con algunas concesiones por su calidad de país en desarrollo, pero siempre y cuando, reiteró, abra sus mercados a los productos occidentales y elimine las trabas todavía existentes a las inversiones extranjeras.

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Cuando algunos interlocutores del presidente expresaron su temor de que la apertura suponga la muerte de muchas industrias chinas, William Daley, el secretario de Comercio norteamericano, replicó: "Cuanto más se abra China, mejor competirán sus industrias".

Clinton y su séquito abandonarán hoy Shanghai en dirección a Guilin y Hong Kong.Shanghai les ha impresionado por el vigor de su despertar, expresado en los cientos de rascacielos que florecen por todas partes y en particular en el nuevo barrio de Pudong, al otro lado del río Huang Pu. Allí descolla la Perla de Oriente, el pirulí hortera de la televisión china.

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