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El presidente israelí profundiza la crisis con Netanyahu y le acusa de desconocer la realidad

El presidente israelí, Ezer Weizman, y el jefe del Gobierno, Benjamín Netanyahu, se han declarado la guerra. El enfrentamiento, que tiene como telón de fondo el proceso de paz, ha llevado a Weizman a pedir el adelanto de las elecciones y a Netanyahu a reclamar como respuesta la dimisión del presidente. La polémica amenaza con subir de tono y ambos políticos han comenzado a lanzarse recíprocas descalificaciones. "Bibi Netanyahu vive en un estado de euforia, en su propio mundo, al margen de la realidad", aseguraba ayer Weizman.

La crisis estalló pocas horas después de que Weizman, de 74 años de edad, efectuara unas inesperadas declaraciones recomendando al primer ministro que convocara lo antes posible elecciones generales anticipadas, para conocer así los deseos de un pueblo que reclama mayoritariamente la reanudación del proceso de paz y un acuerdo con los palestinos.Las apreciaciones personales y políticas del presidente de la República -"Bibi me ha engañado más de una y dos veces. No volveré a colaborar más con él"- han provocado de inmediato la respuesta airada de los hombres que rodean al primer ministro, quienes han recordado a Weizman, a través de los medios de comunicación y en un tono más o menos educado, sus deberes y obligaciones, básicamente protocolarios y formales, al margen de los debates políticos partidistas y cotidianos.

"Si el presidente pide al Gobierno que dimita y convoque elecciones anticipadas y no lo hace, quien debe dimitir es el propio presidente", ha contestado el diputado Reuven Rivlin, uno de los fieles seguidores de Netanyahu, quien a la vez ha empezado a movilizar a sus compañeros del Parlamento para tratar de conseguir, por todos los medios, la caída de Weizman, quien fue elegido el pasado mes de marzo por un segundo periodo de cinco años.

El jefe del Estado no está solo. El Partido Laborista, en la oposición, ha cerrado ya filas en torno a Weizman, y ha anunciado que, a finales de mes, presentará en el Parlamento, con la ayuda de otras formaciones políticas, un proyecto de ley para disolver la Kneset y adelantar unas elecciones que en principio estaban previstas para el año 2000, pero que en las últimas convocatorias siempre han terminado anticipándose por una u otra razón y para las que los partidos en la oposición ya se preparan desde hace algunos meses.

Mesías, Mesías

El jefe del Gobierno tampoco está aislado. El sector más radical del movimiento colono ultra-ortodoxo recibió el lunes por la noche a Netanyahu con gritos de "Mesías, Mesías", cuando éste se presentó en medio de un festival de música, que la organización Ateret Cohanim había convocado en Jerusalén para recaudar fondos para comprar casas y terrenos en la parte árabe de la ciudad, anexionando así estas propiedades al Estado de Israel."Nosotros construiremos en Jerusalén para judíos y árabes, porque somos los dueños", exclamó Netanyahu ante un auditorio exaltado de jóvenes, con kipa en la cabeza, y de mujeres, con vestidos largos hasta los tobillos, tal como lo exige la interpretación estricta de la Biblia, mientras empezaban a corear rítmicamente: "Muerte a los árabes, muerte a los árabes".

La presencia de Benjamín Netanyahu en el acto, convocado por los ultraortodoxos judíos, refuerza las alianzas que el primer ministro ha ido estableciendo con los sectores radicales del país, opuestos a los Acuerdos de Oslo, gracias a los cuales se mantiene en el Gobierno. Pero al mismo tiempo su presencia en el festival ha sido un desafío al Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, que en las próximas horas debatirá y tratará de sancionar los proyectos de ampliación de la ciudad de Jerusalén, aprobados por el Gobierno de Netanyahu el pasado 21 de junio.

"El proyecto de ampliación de la ciudad de Jerusalén supone la anexión de terrenos que distan 25 kilómetros del centro de la ciudad y la ocupación de más tierras palestinas", según ha asegurado uno de los portavoces de la Organización para la Liberación de Palestina, quien con los 22 representantes de los países árabes en la ONU ha iniciado una ofensiva internacional contra este plan.

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