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Un corto tratamiento en las madres reduce a la mitad el sida infantil

Las tasa de infección al hijo es del 25% en el Tercer Mundo

ENVIADA ESPECIALA la surafricana Mercy Makhalemele nadie le dijo que podía transmitir el virus del sida a su bebé, según narró ella misma ayer en el XII Congreso Mundial del Sida que se celebra en Ginebra (Suiza). No tuvo acceso a terapias preventivas y tampoco le advirtieron de que darle de mamar a su pequeño aumentaba el riesgo de transmisión. Estos cuidados e informaciones acaban de hacer posible que en los países ricos apenas un 1% de las embarazadas infectadas pasen la enfermedad a sus recién nacidos. En el Tercer Mundo, donde no son tan accesibles, el porcentaje de transmisión llega al 25%, como se puso ayer de manifiesto en la primera sesión plenaria del congreso. Un estudio en Tailandia ha demostrado que con sólo tres semanas de terapia a las madres se puede reducir la cifra a la mitad. Al otro lado de la epidemia, en los países ricos, la situación es radicalmente distinta. Tan diferente que, repasando los últimos estudios de este mismo año, la pediatra e investigadora estadounidense Lynn Mofensohn aseguró rotunda: "La infección por VIH es una enfermedad previsible". Esta misma semana, la revista de la asociación de médicos de Estados Unidos, JAMA, dio cuenta de varios informes que demuestran que con un fármaco y la realización de los partos por cesárea, en lugar de la vía vaginal, apenas un 1% de las embarazadas infectadas transmite el virus a sus hijos.

AZT insostenible Las tasas en el Tercer Mundo llegan al 25%, de forma que la gran mayoría de los 1.600 niños que nacen cada día en el mundo con VIH pertenecen a países en desarrollo, dijo Mofensohn.

Mantener a miles de mujeres con tratamiento de AZT (un antirretroviral) durante meses es algo que ningún país en desarrollo puede permitirse.

Sin embargo, un reciente estudio en Tailandia ha demostrado que un régimen más corto también sirve. Concretamente, sólo tres semanas de tratamiento de la madre infectada reducen a la mitad el riesgo de que su hijo nazca con el virus del sida. En la portería de las compañías farmacéuticas está ahora la decisión de hacer más asequibles sus productos, como sugirió la pediatra.

"Las mujeres mueven montañas por tener un hijo sano", proclamó Makhalemele, quien, finalmente, contó a los congresistas reunidos en Ginebra que ella perdió al suyo. Por este motivo expresó el interés de miles de mujeres infectadas de países en desarrollo por participar en ensayos de nuevos tratamientos en sus propias regiones. Ellas sólo imponen dos exigencias: ser informadas para elegir y también que los científicos trabajen con asesores sociales para que adapten las pruebas a los perfiles socioculturales de las poblaciones.

En ausencia de este segundo requisito, la situación que ahora se está produciendo es la siguiente: Los médicos piden a las mujeres que consulten a sus maridos acerca de su participación en un estudio, "mujeres que habitualmente son maltratadas por sus esposos", apostilló la surafricana; los médicos recomiendan a las madres infectadas que no den de mamar a su hijo. "En países donde por tradición es impensable no hacerlo, ¿qué explicaciones van a dar las mujeres a sus familiares y vecinos sin violar su intimidad?", prosiguió. Y finalmente Makhalemele preguntó: "Si me dicen que debo utilizar sucedáneos de la leche, ¿con qué dinero los compro?".

[La organización ONU-Sida,dispuesta a combatir el sida infantil, anunció ayer un plan concreto para beneficiar a 30.000 mujeres de los 11 países más pobres del mundo, informa Reuter. Consiste en facilitar asistencia prenatal y el tratamiento corto de AZT, a un precio reducido, y ayuda para no dar el pecho].

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