El afilador
Todo cambia vertiginosamente; nos levantamos hoy y apenas conocemos el mundo que amanece con nosotros; cada día advertimos más cambios y parece que esa sea la esencia misma de nuestras vidas. Pero en medio de este frenesí siempre advertimos el detalle, la pequeña cosa que nos hace mirar al pasado con una sonrisa: hoy he vuelto a oír un sonido de mi niñez. En mitad del desayuno he escuchado una música, un silbido entrañable: era el afilador. Recuerdo de una época que prácticamente ya nos ha dejado, una época en que las cosas viejas no se tiraban, se reparaban, se afilaban, se aprovechaban al límite. Debían durar, no se compraba tanto ni de tantas maneras y lo que teníamos casi envejecía con nosotros. El consumismo no había llegado, el ritmo de vida era más pausado y humano. El afilador me devolvió a aquella época. Aún los recuerdo cuando recorrían los pueblos con aquellas bicicletas negras, y hacían sonar su sencillo instrumento con la peculiar musiquilla para que las mujeres advirtieran su presencia. Estaba inmerso en mis recuerdos cuando me asomé a la ventana para ver a mi viejo amigo: su vehículo ya no era la bicicleta negra, sino un coche, y la música no salía de un instrumento, sino de un sistema de megafonía que se encargaba de lanzar al viento una grabación, previamente enlatada.-
Discusiones bizantinas
Ya saben ustedes que en la antigua Bizancio discutían sobre cosas muy trascendentes: Los ángeles que pueden bailar en la punta de una aguja, el sexo de los mismos seres celestiales en el mejor de los casos... Cuando un observador no implicado conoce de las discusiones sobre la lengua en el País Valenciano, creo que puede llegar a pensar que los valencianos estamos permanentemente de fallas. Claro que si este observador es un lingüista de cualquier universidad española o de cualquier departamente de Románicas del mundo, puede llegar a pensar que estamos instalados en plena dialéctica de la anteriormente mencionada Bizancio, incluidas las famosas discusiones bizantinas. Señores de la Academia de la Lengua Valenciana, de Lo Rat Penat etc, incluso del Consell Valencià de Cultura, tenga ustedes un poco de seriedad. No dirijan esta ceremonia de la confusión que sólo persigue desprestigiar, infravalorar y ridiculizarnos a los valencianos y a su lengua. Al señor Casp y al señor Adlert, que encabezan la surrealista secesión: ¿Por qué no releen el documento de la Real Academia de la Lengua Española? Allí 23 académicos nada sospechosos de falta de rigor hablan de la unidad de la lengua. Pensamos, naturalmente, que en el cielo se hablan todas la lenguas de la tierra, incluso las que no tienen estructuras gramaticales, pero algunos quieren desterrar nuestra lengua materna al oscuro infierno de la irracionalidad.- . .
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