El hombre soleado
Celebraba Makaroff el otro día sus 20 años de estancia en España. Aquí el argentino ha desarrollado una carrera intermitente que, en los últimos tiempos, parece haberse encarrilado por la vía de una música desprejuiciada que abarca desde lo brasileño a lo jamaicano. Son canciones casi genéricas, pero altamente eficaces, capaces de encender el baile incluso en un recinto con mesas y sillas como el Galileo Galilei.Makaroff todavía puede confeccionar joyitas pop, como Flores invisibles, ese tema de su nuevo disco, Rico y famoso, que canta a medias con Fito Páez. Sin embargo, lo que parece buscar esencialmente son vehículos de comunicación inmediata. Que sirven para difundir su sencilla filosofía y su simpático personaje público: un bon vivant que se ríe de sus propias desdichas y practica el downsizing de sus fantasías. Ese buen conformar resulta refrescante en el rock español, tan poco simpatizante de la realidad. Así, impacta una canción de amor tan paradójica como La primera mujer en la Luna: «No llegarás a ministra, si acaso de abrazos y besos / y si te dan el premio Nobel será el de las tartas de queso / no pasarás con tu alfombra por el cielo de Bagdad / si estoy contigo es porque te quiero de verdad».
Sergio Makaroff
Sergio Makaroff (voz, guitarra), Jaume Vilaseca (teclados, coros), Paco Ramírez (guitarra, coros), Jorge Carrasco (bajo, coros), Daniel Levvy (batería). Galileo Galilei. Madrid. 18 de junio.
El humor también se aplica, de forma amable, al mundo circundante. El novio de América ironiza sobre un galán continental. Y Paparazzis en mi jacuzzi retrata certeramente a un personaje del circo mediático del corazón: "Corté mis venas y salpiqué / la sangre impúdica en directo / me suicidé, pero está perfecto / teniendo en cuenta lo que cobré. / Hay paparazzis en mi jacuzzi / que no respetan ni los festivos submarinistas intempestivos / radiografiando a mi cuchi- cuchi".
La desenvoltura con que Makaroff se trabaja el escenario y la inmediatez de sus temas garantizan un buen rato. Se le podría pedir algo más de autoexigencia creativa -los ripios ensucian esa maravillosa confesión titulada Rico y famoso- para profundizar en sus dones. Las buenas vibraciones que emite se derramaron en los bises; en el tercero, salieron a acompañarle su productor, Ariel Rot, y su amigo Andrés Calamaro, ambos con guitarras
Todos juntos se marcaron un blues disparatado, con Sergio describiendo en inglés los encantos turísticos de su ciudad adoptiva, Barcelona. Lástima que se siga negando a interpretar su obra maestra de los años de la nueva ola, Explorador celeste. Él es así de peculiar.
Babelia
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