_
_
_
_
_
Entrevista:

"Los colegios de zonas marginadas deben abrirse al vecindario"

Durante casi dos décadas, Andrés Martínez ha llevado el timón del colegio República del Salvador, en el barrio del Cruce, uno de los más deprimidos del distrito de Villaverde. En ese tiempo se han desatado marejadas de todo tipo, aunque este vecino de Orcasitas habla de su experiencia con cariño, como si hubiera navegado en una balsa de aceite. Y nada más lejos de la realidad en este colegio de 290 alumnos, entre los que hay niños discapacitados e hijos de familias gitanas y mercheras, inmigrantes, en paro o que conocen la cárcel y las toxicomanías. Ahora, al cumplir los 65 años, este timonel debe desembarcar. Lo hará hoy en un homenaje que le tributan sus colegas, así como miembros de entidades sociales y vecinales de Villaverde. Todos valoran su lucha para evitar que este centro se convierta en un gueto.Pregunta. ¿Es posible que el centro recupere alumnado y pierda la fama de conflictivo?

Respuesta. Claro que sí, pero, desde luego, no por la vía que ha emprendido el Ministerio de Educación de eliminar aulas. Dicen que tenemos pocos alumnos por clase, pero quizá sean demasiados cuando entre ellos hay chavales discapacitados, inmigrantes que no hablan castellano, niños realojados de las chabolas. La solución para éste y otros colegios de zonas marginadas está en que se abran al vecindario.

P. ¿Cómo se logra eso?

R. Por ejemplo, permitiendo que a la biblioteca del colegio pueda entrar cualquier vecino. Tuvimos unos años buenísimos, del 82 al 88, en los que nuestras aulas parecían una universidad, porque había una gran participación de los padres, a diario se organizaban actividades de todo tipo.

P.¿Y qué ocurrió?

R. Los movimientos asociativos perdieron fuerza y, además, el Ayuntamiento comenzó a ponernos pegas diciendo que la calefacción no se podía encender fuera del horario lectivo, o que, si los padres querían usar el recinto, debían pagar.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

P. ¿Ahí empezó el declive?

R. Hubo más cuestiones. Como que las autoridades educativas comenzaron a concentrar aquí a numerosos niños de ambientes marginados porque sabíamos cómo atenderlos. No se hizo ningún esfuerzo para lograr que los aceptasen en colegios con menos problemas o en privados concertados. Además, al ser el único centro con comedor, cada mediodía llegan 60 chicos, y es raro el día que no tenemos que desenganchar a algunos que se pelean en el patio.

P. Habrá absentismo.

R. No, tres o cuatro casos

P. Cómo lo han logrado?

R. No es por colgarnos medallas, pero nuestros alumnos vienen contentos a clase porque se sienten queridos.

P. ¿Tienen apoyo oficial?

R. Apoyo material sí, aunque suele llegar una vez que ha estallado el problema. Pero sería necesario contar con profesores estables que quieran estar aquí y no, como ocurre ahora, ir rotando interinos.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_