El fin del Gran Satán

No va a suceder mañana. Pero el restablecimiento de relaciones con EE UU ha dejado de ser un tabú en Irán. La cuenta atrás empezó en enero, cuando el presidente, Mohamed Jatamí, abordó el asunto en una entrevista con la cadena de televisión estadounidense CNN. Tanto él como alguno de sus ministros parecen favorables a explorar esa posibilidad. Sin embargo, en los sectores más conservadores existe un gran recelo.En el clima de libertad que la prensa iraní ha venido disfrutando desde la llegada al poder de Mohamed Jatamí, todo parecía posible. Incluso una entrevista con el Gran Satán de la revolución islámica. Los diarios Yameah y Hamchajri solicitaron una cita con Bill Clinton. No se logró tanto, pero aprovechando la participación de varios directores de periódicos iraníes en Washington, la Casa Blanca les invitó a reunirse con la secretaria de Estado, Madeleine Albright. Las filas conservadoras presionaron hasta lograr la suspensión del viaje.

Aún así, el director de Yameah (Sociedad), un periódico pro Jatamí, cuya licencia de publicación se está revisando en los tribunales por haber ido demasiado lejos, está dispuesto a viajar en cualquier momento. Hamidreza Yalaipur ha asegurado a esta enviada especial que estaría encantado de hacerlo. «No creo en la política antinorteamericana. Necesitamos diálogo y contactos».

En la calle, el sentimiento del popular director de Yameah es compartido. La mayoría de los jóvenes, aunque orgullosos de su país y un punto nacionalistas, sienten una gran fascinación por todo lo occidental, y en especial por EE UU. Sus películas, su música, sus modas, todo lo que está prohibido en la República Islámica despierta interés y entusiasmo. El partido de fútbol del próximo domingo entre Irán y Estados Unidos se espera como una reválida de la vuelta de su país a la normalidad internacional.

Pero el deshielo empezó hace algunos meses con lo que ya se ha bautizado como diplomacia de la lucha libre, el deporte nacional iraní. EE UU, que hasta entonces había declinado las invitaciones, aceptó a finales de 1997 acudir a los campeonatos de este año. «Eso fue antes del mensaje de Jatamí en la CNN», precisa un diplomático europeo. El recibimiento de los luchadores fue por todo lo alto. «El público les aplaudió tanto o más que a los iraníes», recuerda uno de los asistentes al estadio. La bandera de Estados Unidos ondeó en Irán por primera vez desde 1979. Siguió un viaje de los luchadores iraníes a EE UU y luego, la participación de especialistas norteamericanos en al menos tres congresos profesionales celebrados en Irán y varias visitas de académicos e intelectuales. Los intercambios siguen la línea marcada por Jatamí de «contactos entre los dos pueblos».

Ante las actitudes viscerales, y con el Gobierno de Jatamí acosado en varios frentes por los conservadores, los más pesimistas temen que puedan frenarse los tímidos cambios emprendidos en el último año. «A los conservadores no les interesa para nada las relaciones con EE UU. Perderían su enemigo y con él la justificación de sus actitudes y sus políticas», advierte un teheraní. Para él, como para muchos de sus compatriotas, el juicio contra el alcalde de Teherán , la moción de censura contra el ministro de Interior y los recientes ataques a la prensa más liberal, son prueba del poder que aún tienen los sectores más reaccionarios. Del resultado de todos esos asuntos va a depender la respuesta de Jatamí a Albright.