Sónar amplifica la cultura electrónica
El festival barcelonés celebró su primera jornada
«Sónar es importante porque se ha convertido en un amplificador de cosas que ya existían o que han surgido a raíz del festival», explica Albert Salmerón, promotor musical, editor y responsable de la compañía Cosmos Records. Es una opinión compartida por muchos de los participantes y visitantes del V Festival de Músicas Avanzadas y Arte Multimedia, que ayer comenzó en Barcelona con una notable afluencia de público en su versión diurna. De hecho, la característica principal de Sónar es esta mezcolanza de estilos, propuestas y disciplinas que sólo tienen en común la utilización de la electrónica como instrumento de trabajo.
Rob Young, redactor jefe de la revista musical británica The Wire , considera que Sónar es «el festival europeo de música electrónica. Aquí se da el ambiente propicio para escuchar este tipo de música y mantener un intercambio de comunicación entre los participantes. En los grandes festivales al aire libre esto no es posible». En su opinión, «la situación es parecida en todo el mundo: se hace mucha música, se produce y distribuye de manera independiente, y se nota en el ambiente que tiene que venir un gran cambio. La música electrónica aún tiene que hacer su propia versión de la revolución punk-rock».«Nosotros somos grafistas, pero aquí podemos encontrarnos con músicos, editores, escritores y todo tipo de gente», afirma Rubén Manrique, uno de los tres fundadores del colectivo madrileño Ipsum Planet, que participa en la exposición de diseño gráfico que se presenta en Sónar. Para Manrique, está claro que la eclosión de la música y el arte electrónico se corresponde con la misma evolución de la sociedad: «El ordenador ya está en las casas y en el trabajo. No es que esté o no de moda, es que hoy las cosas funcionan así».
«La tecnología siempre ha tenido muy buena recepción a nivel popular y ahora ha habido una mayor masificación porque los aparatos son más baratos y su utilización no requiere una gran especialización», señala Víctor Nubla, artista, músico y escritor. Como ejemplo, grabarse en casa un CD costaba hace tres años unas 3.000 pesetas y ahora puede hacerse por unas 200. Y en el caso del sampler -aparato que permite guardar, modificar y programar todo tipo de ritmos y sonidos-, es posible encontrar equipos domésticos desde unas 20.000 pesetas.
«La electrónica es un instrumento como cualquier otro, aunque con unas posibilidades magníficas», indica Nubla. «Lo que pasa es que todo lo que tiene de transparente el uso de la tecnología en el arte popular, lo tiene de misterioso y mistificado en el arte culto». En cualquier caso, pese a que gran parte de estos creadores electrónicos reivindican una tradición que se remonta a las primeras vanguardias, pasa por el pop y continúa por los múltiples movimientos underground , la eclosión popular del movimiento en España tiene una vida relativamente corta. «Ahora se dice que se ha pasado de la cultura underground (subterránea) a la cultura overground (superficie)», señala Albert Salmerón. «Desde hace tres o cuatro años ha habido un cambio radical», afirma Joan Manuel Jubany, periodista y grafista. «Es cierto que siempre habrá gente que sólo se acercara al Sónar por la fiesta, pero lo estimulante es que si buscas otras cosas también las encuentras».
Babelia
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