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Ruiz Miguel proyecta torear su corrida de "victorinos" número 100 el próximo año

El diestro gaditano reaparece hoy en Las Ventas en el festival para la tercera edad

Sus carnes atesoran un cuarto de siglo de toros. En su acepción precisa, animales de nombre toros y apellido toros. Una frase: «¿Torea Ruiz Miguel? Entonces, se verán toros-toros». Desde su debú en 1967 hasta su retirada en 1991, por su fajín han pasado las arboladuras de más de 2.000 astados. Ahora, en su retiro algecireño, a este matador de 49 años le espera hoy en Las Ventas el festival para la tercera edad, organizado por ANDE, en compañía de José Antonio Campuzano, Fernando Lozano, Rafael Camino, Chicote y Luis Alfonso Oliveira. Empieza a las 18.30.

¿Reaparición? «Para nada. Quedé escaldado de la experiencia del 91 (año en que volvió a los ruedos después de cortarse la coleta dos años antes). Eso sí, tengo proyectado lidiar una corrida en la feria de Algeciras el año que viene. Será mi corrida número 100 de victorinos». En la culata de este exterminador de fieras figuran las muescas de 101 corridas de Miura y 99 del ganadero de Galapagar. «Quiero redondear la cifra. Es bonito», dice para después asegurar que será la última vez -«de verdad», insiste- que se vista de luces.Inicia un repaso por el estado de la fiesta y se detiene en el mal momento del ganado: «Se ha abusado demasiado. En pocos años se nota una decadencia acusadísima. Ahora se pagan las consecuencias de echar agua al vino». «No me sumo a aquello de que cualquier tiempo pasado fue mejor», puntualiza raudo y añade: «Me limito a decir lo que es la realidad».

El que así habla se ganó la merecida fama de poderoso tras enfrentarse a lo más indómito que pululaba por los chiqueros. De Miura a Victorino, ida y vuelta. A él -le secunda el perfecto conocimiento de causa- se le debe aquello de «alimañas» para calificar a sus vitorinos.

Toros endulzados

«Hasta en esto, han cambiado las cosas. Victorino ha endulzado bastante sus toros. Antes, para que embistieran dos había que sudar. Sin que sean toros tontos, nunca lo han sido ni lo son, valga como prueba el último San Isidro; ahora: ya no son los toros que yo conocí», dice, y acto seguido apunta otro ejemplo: «Los de Puerto de San Lorenzo: antes eran palabras mayores. Ahora se los disputan las figuras». En cualquier caso se niega a ver el futuro oscuro: «Se tarda muy poco en caer. En recuperarse se va mucho más lento. La decadencia se venía venir desde hace ocho o nueve años. Habrá que esperar. Los ganaderos, me consta, están en ello desde hace tiempo. Creo que en tres o cuatro años se empezarán a ver los resultados».En el repaso, el matador también se detiene en la otra faceta: los toreros y el escalafón a ellos debido. «Recuerdo, yo que he llegado a lidiar con Ordóñez, que antes al lado de innumerables figurones había una larga lista de gente que empezábamos como auténticos perros de presa. Luego, hablo de cuando Paquirri, Teruel, Manzanares, Capea, el propio Cordobés... (y la lista se alarga con vocación infinita), ocurrió otro tanto. En este momento, lo ves en las ferias, siempre son los mismos. Parece que si no van los de siempre la feria que sea ya no es feria». Se hizo torero por culpa de una apuesta. Tenía 16 años y no había asistido a una corrida en su vida. La oportunidad de llevarse el gallo de pelea de un amigo le hizo echarle valor y brincar como espontáneo en Cádiz. ¿Qué hizo? Saltar y «quearme mu quieto», tal y como le recomendaron.

Desde entonces, más de un millar de corridas. ¿Ahora? «Pues eso. Algún que otro festival para acabar con la nostalgia y, sobre todo, enseñar a los chavales que empiezan». Ruiz Miguel es director de la escuela de tauromaquia de Algeciras. ¿Algún futuro torero? «Uno que tiene nombre de presidente. Adolfo Suárez se llama. La verdad, ha empezado muy bien».

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