Una investigación revela la falsificación sistemática de estadísticas en Rusia
El Gobierno de Serguéi Kiriyenko ha convertido en cuestión de supervivencia gastar menos, recaudar más y combatir la corrupción. Y acaba de dar una buena prueba de que se toma su misión en serio. Con el conocimiento previo del primer ministro, una operación conjunta de la fiscalía general y el Servicio Federal de Seguridad (FSB) concluyó el martes con la detención del jefe del servicio de estadísticas ruso, Yuri Yurkov, de sus dos adjuntos y de 20 funcionarios más.
Todos ellos están acusados de falsear los resultados de las grandes empresas para facilitar un fraude fiscal de miles de millones de pesetas.Cuando el presidente Borís Yeltsin firmó ayer el decreto de destitución de Yurkov, expresaba el último aval a la decisión, que constituye también un aviso para navegantes en un país donde el impago de impuestos es la norma, antes que la excepción, y donde la corrupción ha penetrado hasta en los más recónditos entresijos de la maquinaria del Estado. Yurkov es el funcionario de mayor rango que termina entre rejas por un delito de esta índole en los últimos años, aunque el ex viceprimer ministro encargado de privatizaciones, Alfred Koj, está procesado por utilizar el cargo en provecho propio.
La policía encontró en los domicilios de algunos de los detenidos joyas y 1,5 millones de dólares en efectivo (unos 225 millones de pesetas), supuestamente procedentes del pago de grandes empresas que se beneficiaban del maquillaje de sus cuentas de resultados
Un portavoz de Kiriyenko declaró que la operación muestra «la determinación del Gobierno de combatir los crímenes económicos». El propio Yeltsin ha denunciado en numerosas ocasiones la alarmante extensión de este problema e incluso el asalto al poder lanzado por el crimen organizado. Poco efectivo se ha hecho hasta ahora, sin embargo, para acabar con esta lacra, cuya dimensión es uno de los motivos que impiden que Rusia sea homologable a las democracias occidentales.
Algo está cambiando en la atmósfera. Enfrentada a una tremenda crisis económica, con el rublo y la bolsa zarandeados por los especuladores y con el riesgo de un colapso que podría dejar chico al de Indonesia, Rusia necesita aumentar su eficacia recaudatoria para que le salgan las cuentas. El nombramiento del ex ministro de Finanzas Borís Fiódorov, un reformista acreditado, como jefe del servicio federal de impuestos se interpreta también por los más optimistas como síntoma de que la época de la tolerancia tiene los días contados.
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