Joaquín Capa expone en San Sebastián veinte obras en las que manda el color
Pinturas, grabados y dibujos abstractos que denotan la primacía del color sobre las formas. Este es el contenido básico de la primera exposición individual del pintor cántabro Joaquín Capa (Santander, 1941) en Euskadi. La Galería 16 de San Sebastián acoge hasta el 8 de julio parte de la obra más reciente del artista: una veintena de trabajos que sugieren de forma inequívoca al espectador la importancia cromática de una pintura que su autor considera "intuitiva".
Capa tiene obras colgadas en las paredes del Museo de Arte Moderno de Nueva York (MOMA), en el Georges Pompidou de París y en el Reina Sofía de Madrid. Y ha realizado más de 40 exposiciones individuales y participado en cerca de cien muestras colectivas en España, Francia, EEUU, México, Alemania, Japón o Argentina, entre otros muchos países. Todas las creaciones que presenta este artista en la capital guipuzcoana forman parte de su trabajo más reciente: tanto las pinturas, realizadas a lo largo de 1998, como los grabados que el responsable de la galería le encargó como parte de una serie con la temática de San Sebastián. El pintor, que ha dedicado 15 años a la utilización del grabado como medio de expresión, deja como legado varias muestras de su quehacer en Mar azul, Gris, Puerto, Colores y Días de playa. Si existe algún denominador común en esta exposición es la utilización del color azul. "Siento algo curioso, que en modo alguno es broma", asegura Capa. "Viviendo en Madrid", añade, "lo que más echo de menos en la pintura es el mar. Por eso en mi obra hay una frecuencia de azules". El artista considera además que este color "funciona muy bien y da profundidad". A pesar de que el azul sobresale en su obra, no llama la atención en unas pinturas y grabados que destacan por su primacía cromática. "Con los años veo claro que en la pintura cada vez es más importante el color", indica. "La forma influye, sí, pero la idea de la pintura es color antes que nada". Capa, que estudió Bellas Artes en Madrid entre 1965 y 1970, asegura que haciendo grabado domina la situación. Y reivindica la frescura de este medio de expresión frente a la pintura: "En el grabado uno trabaja con planchas y cuando se pasa la obra al papel siempre queda fresco, porque es un intermediario y permite que te distancies bien de tu creación. En cambio, el cuadro es un agujero negro que te va envolviendo. Tienes que tener distancia y frialdad para saber qué es lo que estás haciendo. Yo me pego con el lienzo".
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