El sincrotrón catalán, pendiente del acuerdo entre Aznar y Pujol
La construcción de un sincrotrón en Cataluña, proyecto que empeña a la Generalitat desde hace seis años, está pendiente de la decisión política que puedan adoptar el presidente del Gobierno, José María Aznar, y el presidente Jordi Pujol. Así lo explicó a este diario el director general de Investigación, David Serrat. La construcción del ingenio requiere una inversión final que oscilará entre los 18.000 y los 20.000 millones y el dinero deberán aportarlo el gobierno catalán, el español y los fondos de la comunidad europea.
El sincrotrón es, en términos rudimentarios, una fuente de luz muy potente y de alta calidad, que permite realizar investigaciones en campos tan diversos como las estructuras cristalográficas o el proyecto de descripción del genoma humano. El máximo nivel intergubernamental debe servir para aclarar definitivamente si el gobierno español apoya o no ese proyecto catalán. El apoyo es imprescindible, porque la Generalitat ya no se plantea la construcción en solitario del sincrotrón, como pudo hacerlo en algún momento de la larga gestación del proyecto. Sin embargo, el gobierno central no lo tiene entre sus prioridades inmediatas. La Oficina de la Ciencia y de la Tecnología, el nuevo organismo rector de la política científica española, que dirige Fernando Aldana, ha decidido que el telescopio de Canarias y el parque científico y tecnológico del campus de Pedralbes son prioritarios. Y aunque no se opone abiertamente al sincrotrón, sí recuerda que España ha contribuido a la financiación de un ingenio similar, construido recientemente en la ciudad de Grenoble, y que es regularmente utilizado por los científicos españoles. A pesar de esas renuencias, David Serrat confía en que el gobierno central se comprometa finalmente en la financiación -Gobierno y Generalitat se repartirían a partes iguales el 50% de la obra- y ejerza la presión necesaria para que los fondos Feder de la Unión Europea paguen el otro 50%. El tren de la alta tecnología Serrat argumenta que con este proyecto se evita que Cataluña y España pierdan el tren de la alta tecnología y subraya las diferencias de diseño y de función entre los sincrotones de Grenoble y Cataluña. El juicio de Serrat es enérgico: "Si no disponemos de un sincrotrón, el nivel de nuestra investigación bajará. El sincrotrón representa algo parecido a lo que supuso en los años 30 la incorporación del microscopio electrónico". El estudio del físico Joan Bordas, director científico del proyecto y recuperado por el sincrotrón de su destino laboral en el extranjero, ha permitido relacionar entre sí a más de 600 científicos, obligados ahora a viajar a Europa para desarrollar sus trabajos. Y ha permitido también la formación de una cierta masa crítica de jóvenes investigadores. Todo ello justifica, en opinión de Serrat, la existencia misma del proyecto, más allá de que culmine o no felizmente. "Hemos invertido 300 millones, pero estoy seguro de que no se perderá una peseta". El sincrotrón no suscita sin embargo la unanimidad en la comunidad científica catalana. Algunos investigadores lo ven innecesario, y hay quien incluso lo considera ya rudiementario. Pero el director general asegura no haber encontrado a nadie que prefiera no tenerlo: "Hay suspicacias, porque se cree que la financiación puede afectar a los presupuestos ordinarios. Pero eso no va a suceder: es una infraestructura excepcional y su financiación ha de serlo también".
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