Alerta en Barajas por la rotura de una carga con bacterias patógenas
A las 22.56 del pasado lunes la alarma saltó en la terminal de carga del aeropuerto de Barajas. El origen de la alerta era un pequeño paquete, del tamaño de una caja de galletas, con un llamativo letrero: productos patógenos. El recipiente, procedente de Chicago y aplastado durante la operación de descarga, contenía 11 pequeños envases con cepas de bacterias -estreptococos, estafilococos, pseudomonas y coli- destinados, según Sanidad Exterior, a diagnósticos in vitro de infecciones por antibióticos.No era nada extremadamente peligroso, pero cuando los operarios del aeropuerto vieron la caja rota, el amenazante letrero y el suelo mojado, concluyeron que aquello podía ser un derrame de consecuencias impredecibles. Avisaron a los bomberos de Barajas y a la Guardia Civil.
Los bomberos, con trajes de aislamiento bacteriológico, se pusieron manos a la obra: cogieron la caja, la llevaron hasta un extremo de la pista, la aislaron en bolsas y la rociaron, por si los virus, con lejía. Entretanto, la zona fue acordonada y vigilada por la Guardia Civil.
A la mañana siguiente, el director del área de Sanidad Exterior de la Delegación del Gobierno, Ginés Mateo, y una representante de la empresa destinataria del envío -Francisco Soria Melguizo- fueron testigos de la apertura del recipiente a manos de los bomberos. Se descubrieron ocho envases rotos, que fueron metidos en un contenedor hermético para su destrucción. El resto de material que contenía fue enviado al Instituto Nacional de Microbiología para su estudio.
No hubo fuga
El director de Sanidad Exterior señaló que no se había registrado ninguna fuga de bacterias y que la peligrosidad de éstas era mínima. "Las cepas iban en un soporte sólido, impregnadas en unas barras que tras el aplastamiento quedaron como láminas. No hubo, pues, escape. Además, los bomberos actuaron correctamente y al rociar la caja con lejía neutralizaron los microorganismos, unos gérmenes muy habituales y de poco riesgo", señaló Mateos.Las bacterias procedían de la empresa estadounidense Difco. Un portavoz de la firma compradora, que será la encargada de destruir las cepas, señaló que carecían de peligro tras la intervención de los bomberos. En el mismo sentido se expresó el profesor José Carrascosa, del Centro Nacional de Biotecnología, quien señaló a Efe que se trata de microorganismos muy habituales en el medio ambiente.
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