Rusia eleva los tipos de intervención al 150% para mantener el rublo
El banco central y el Gobierno rusos lanzaron ayer el más claro de los avisos de que están dispuestos a defender a toda costa la cotización del rublo, ahora en el entorno de 6,15 unidades por dólar. Y multiplicaron por tres, del 50% al 150%, la tasa de refinanciación y el tipo de interés lombardo aplicable a créditos de entre 3 y 30 días. El primer ministro, Serguéi Kiriyenko, aseguró que, por intensos que sean los ataques a la moneda, no habrá devaluación.
La crisis se ahonda en Rusia. A la subida de tipos de interés hasta el 50% ha seguido ahora otra que lo triplica. Cuando se anunció la medida, la Bolsa, en caída libre, perdía más del 11%, y los bonos del Estado habían saltado del 60% al 80%. Era imposible seguir fingiendo que todo estaba bajo control. El presidente, Borís Yeltsin, pasó el día en su residencia de las afueras de Moscú, quizá para dar sensación de tranquilidad, pero convocó para hoy una reunión con Kiriyenko, el ministro de Finanzas; Mijaíl Zadórnov, y el presidente del banco central, Serguéi Dubinin.La crisis supone una amenaza directa al nuevo jefe de Gobierno, de 35 años, que no ha tenido un momento de respiro desde que fue confirmado por un reticente Parlamento hace apenas un mes. Ahora tiene una ocasión envenenada de demostrar si es capaz de superar una situación de emergencia.
La cuerda no puede estar más tensa. Los rusos acumulan dólares y venden sus acciones aun a costa de sufrir tremendas pérdidas. En apenas un mes, la Bolsa ha descendido un 50% y en su caída ha arrastrado las espectaculares ganancias de todo el año pasado. La ofensiva procede también de los inversores extranjeros, que apuestan por que el sistema no podrá aguantar la presión indefinidamente y la cuerda terminará por romperse.
El banco central fijó para este año un corredor de fluctuación para el rublo que no permite que éste quede por debajo de siete unidades por dólar. Sin embargo, si hay devaluación, se vendrá abajo en un segundo el fruto de la labor de varios años destinada a restaurar la confianza. Para un país básicamente importador como es Rusia, sólo algunos sectores (como el petrolífero) se beneficiarían del aumento de competitividad, pero sería difícil contener la inflación al encarecerse los productos extranjeros.
Callejón sin salida
Por otra parte, si para evitar la depreciación del rublo se mantienen los tipos por las nubes mucho tiempo, todos los cálculos económicos se convertirían en papel mojado, y los magros ingresos fiscales tendrían que emplearse en su mayor parte en hacer frente al servicio de la deuda.Para hacerse una idea de la magnitud del desafío, baste con decir que el presupuesto para 1998 preveía un tipo de interés medio del 25% para la deuda estatal. Por supuesto, la tan anunciada recuperación de la producción tendría que esperar, y sería muy difícil mantener el déficit en torno al 5% del producto interior bruto (PIB). Casi es un callejón sin salida porque, si se bajasen los tipos, nadie compraría la deuda del Estado, y éste perdería su principal forma de financiación.
El Banco Mundial y el FMI no se han planteado todavía operaciones de rescate de gran magnitud como la que este último organismo lanzó en ayuda de Corea del Sur. De hecho, el FMI ni siquiera ha dado todavía su visto bueno al desbloqueo de un tramo de unos 100.000 millones de pesetas del préstamo a largo plazo ya concedido de 1,5 billones.
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