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Entrevista:

«Propongo que los guerrilleros entren en el Congreso»

Juan Jesús Aznárez

La emergente candidata independiente a la presidencia de Colombia Noemí Sanín de Rubio nació hace 48 años en Medellín, es abogada, ha sido ministra en dos ocasiones, propone la entrada de la guerrilla en el Parlamento, y promete que en el primer año de su mandato tendrá «este país ordenado, sin traumas». Lo hará, asegura en declaraciones a prensa extranjera, sin compromisos con nadie, determinada. La camiseta electoral de la veinteañera que sirve café en su despacho de campaña asevera, en letras azules sobre fondo blanco, que la candidata dispuesta a romper la histórica hegemonia de liberales y conservadores dispone de los atributos supuestamente necesarios para acometer con éxito tan ambicioso emprendimiento: «Noemí tiene cojones». «Noemí es el hombre», se gritaba en sus mítines.Sin maquinaria electoral, ofrece, como los demás aspirantes, mayor justicia social, menos desempleo, menos corrupción, compromiso contra el narcotráfico y esperanza en un país con 500.000 muertos en 13 años. La novedad de su oferta no reside precisamente en esos postulados, de obligada formulación.

Mujer tradicionalmente consentida por la clase política colombiana, fue ministra de Comunicaciones y Exteriores durante los Gobiernos de Belisario Betancur y César Gaviria, embajadora en Venezuela, y también en el Reino Unido hasta su dimisión en agosto de 1995, a raíz de la entrada de dinero del narcotráfico en la campaña electoral de Ernesto Samper, su jefe en un Ejecutivo que denuncia corrupto, deslegitimado y débil. «Los partidos colombianos son parte del problema del país, no son parte de la solución», afirma.

Sanín sube en las encuestas, iguala o supera al conservador Andrés Pastrana y al liberal oficialista Horacio Serpa en algunos distritos y los sondeos no descartan una sorpresa: su acceso a la segunda vuelta, el 21 de junio, en la que disputarán la jefatura de Gobierno los dos aspirantes con más votos en la ronda del próximo domingo. Propone una fórmula de paz ciertamente audaz y polémica a la fuerza: el acceso de diputados de la guerrilla al Congreso sin tregua previa, y la discusión en el hemiciclo de una solución negociada del conflicto, de cuatro décadas, entre el Estado y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), el Ejército de Liberación Nacional (ELN), y los restos del Ejército Popular de Liberación (EPL).

Pregunta: ¿Cuál ha sido la reacción de la guerrilla?

Respuesta: Propongo algo que todavía no me ha contestado la guerrilla porque estamos en eleciones, pero según tengo entendido le ha gustado mucho, y que significa lo siguiente: que el comité central de las FARC, del ELN y la rama del EPL que todavía queda sin hacer la paz puedan llegar al Congreso como congresistas -ellos o sus representantes- y plantear desde el Congreso las reformas políticas y sociales, y hacer las discusiones sobre la temática que convenga.

P: Y ¿cómo accede al Parlamento esa bancada (grupo parlamentario) guerrillera?

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R: Se crea una circunscripción especial. ¡Qué maravilla ver a la gente de las FARC discutiendo en el Congreso! Eso sería como guerrilla, antes de una amnistía, en la búsqueda de una reconciliación de la sociedad.

P: ¿Pero con el voto popular?

R: No, no, con circunscripción especial. Se les faculta para que ellos, sus comités centrales, vayan ocho de las FARC, ocho del ELN, seis del EPL, de acuerdo con las cantidades, los números, la representatividad.

P: ¿Sin tregua?

R: Eso se discute. Para mí, no necesitaríamos la tregua. Las treguas son casi provocadoras porque ante cualquier atentado se rompe el sueño de la paz.

P: ¿Qué se discutiría?

R: Por ejemplo, el petróleo, y la depuración de las Fuerzas Armadas, dos puntos fundamentales. Los petroleros, los sindicatos petroleros, los empresarios, los estudiantes, todo abierto en el Congreso; y tratar de buscar un consenso. Cuando uno está 30 años en el monte necesita, entre otras cosas, cotejar las ideas porque muchas veces se han quedado aislados. Y ellos mismos, los que están amnistiados, reconocen que el país que encontraron era muy distinto de por el que estaban peleando. Inclusive algunos dicen que peor.

P: ¿Y los paramilitares?

R: En la mesa de negociación van a tener que estar los paramilitares. Y habrá que determinar con las partes si en mesa separada o conjunta. Es una cuestión procedimental. Pero como hasta ahora no han sido reconocidos como fuerza política no los he incluido en el proyecto para congresistas.

P: ¿Cómo logrará todo eso si da la impresión de que en el Congreso, salvo algunas excepciones, están representando los intereses de siempre?

R: Si yo llego a encontrarme que frente a los cambios que requiere el país, el Congreso no responde al interés general, la Constitución da posibilidades: llamar al pueblo a referéndum o plebiscito. Y haría un plebiscito.

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