De Alzira a Los Ángeles
A Arnau Bataller lo que le gusta es la composición. Y el próximo año es su gran oportunidad. Este estudiante de violín del Conservatori de Carcaixent, que nació hace 21 años en Alzira, ha sido seleccionado por la University of Southern California, el centro más importante del mundo en la enseñanza de la composición musical orientada al cine. Cada año admiten únicamente a ocho alumnos de entre todas las peticiones nacionales e internacionales. Ahora necesita una beca o reunir cerca de cuatro millones de pesetas sólo para iniciar los estudios en EE UUy seguir los pasos de James Horner (autor de la banda sonora de la película Titánic) o Jerry Goldsmith (Chinatown), entre otros muchos músicos que estudiaron en la citada universidad y cuyas composiciones gozan de gran popularidad y también prestigio. Para emprender su aventura en la meca del cine, Arnau cuenta, al menos, con las 150.000 pesetas que ganó ayer al obtener el I Premi de Composició per a dolçaina Ciutat d"Algemesí que concede, por primera vez, el mencionado Ayuntamiento. El joven alzireño no sabe tocar el popular instrumento, lo cual no ha sido un obstáculo para que escribiera la obra de unos cinco minutos que anoche estrenó la compañía La Inestable en el acto de clausura de la Mostra de Música, Dansa i Teatre al carrer (Musicat 98). "Es muy complicado tocar la dolçaina", explica Arnau, quien destaca la potencia y la intensidad del instrumento, probablemente de origen árabe, que tiene ocho agujeros delante y uno detrás. El músico aprecia la iniciativa del Ayuntamiento de Algemesí porque, a su entender, posibilitará que la dolçaina evolucione. "Hay poca literatura sobre la dolçaina, por tanto hay que intentar crear nuevas melodías sin olvidar la tradición y la singularidad de este instrumento que se toca en las fiestas y en la calle", añade. Arnau transmite seguridad cuando habla, a pesar de su corta edad. Quizá el hecho de que sabe perfectamente lo que quiere y a qué quiere dedicarse en el futuro ha contribuido a ello. Tener la certeza desde muy joven sobre lo que a uno le gustaría hacer y además contar con aptitudes para ello debe ahorrar bastantes quebraderos de cabeza durante la adolescencia. Su pasión por la música nació sin que en su familia hubiese un especial caldo de cultivo. Todavía no ha estudiado composición, pero de manera autodidacta ya ha escrito la música para algunos cortometrajes, obras de teatro, sinfonías de radio que le han proporcionado alguna distinción en forma de beca. Su educación clásica, sus cursos con maestros como Cristóbal Halfter o Tomás Marco y su estima por los compositores renovadores del siglo XX como Béla Bártok o Messiaen no es ningún impedimento para que también se haya interesado por la música electrónica y la informática musical. De hecho, ha compuesto piezas de música dance a petición de sus amigos. "Lo hice para probar diferentes campos", apunta mientras sonríe. Ha elegido el campo de la música para el cine por las enormes posibilidades que ofrece y porque sabe que es una manera más segura de ganarse la vida dedicándose a la composición. En este sentido, cuando escuchó a un joven de Alzira hablar sobre la universidad de California no se le pensó dos veces y envió tres composiciones -un cuarteto de orquesta, una obra para orquesta sinfónica y otra para un grupo de cámara- que, junto al cumplimiento del resto de los requisitos, como tener buen expediente académico, le abrieron las puertas del codiciado centro. "Además había pensado que quería continuar los estudios fuera", comenta Arnau, al tiempo que recuerda que en EE UU la composición es una carrera universitaria y, por tanto, deberá estudiar al menos tres años allí, puesto que el primero se lo convalidan. "Lo difícil es encontrar una beca ahora, porque llegué fuera de plazo, pero espero conseguirla en el segundo año", añade.
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