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El Gobierno olvida las críticas de Cascos y dice que nunca ha interferido en el "caso GAL"

Luis R. Aizpeolea

El Gobierno se olvidó ayer de su vicepresidente primero, Francisco Álvarez Cascos, a la hora de replicar a Felipe González, quien aseguró en Aquisgrán que el juicio de los GAL es una operación política, de la que no estaría fuera el Ejecutivo del PP. "Es difícil que se pueda interferir en un juicio del que nunca se ha hecho ninguna valoración desde el Gobierno", dijo el portavoz Miguel Ángel Rodríguez al término del Consejo de Ministros. Según Rodríguez, el gabinete de José María Aznar "nunca" ha interferido con opiniones sobre los GAL, ni "ninguno" de sus miembros. "Yo nunca he hecho ninguna valoración . Ni ningún ministro de este Gobierno ha hecho ninguna valoración sobre este asunto", insistió. El vicepresidente Álvarez Cascos ha multiplicado sus declaraciones o alusiones sobre los GAL, la última vez el 22 de abril.

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"No es un juicio político"

Felipe González recibió ayer un cúmulo de críticas por manifestar en Aquisgrán que el juicio del GAL es una operación política de la que se beneficiará ETA. El Ejecutivo le ha respondido insinuando que lo que busca el ex presidente del Gobierno socialista es presionar a los jueces del Tribunal Supremo. Pero la insinuación va tan lejos que pasa por olvidar anteriores declaraciones del vicepresidente Cascos y negar que desde el Ejecutivo se haya interferido jamás en este proceso.El Gobierno de José María Aznar pretende ahora presentarse con absoluta neutralidad ante el primer juicio de los GAL, el del secuestro de Segundo Marey, que se inicia el lunes con el ex ministro José Barrionuevo en el banquillo. Pero su pretendida neutralidad quedó ayer un tanto en entredicho cuando, finalmente, el portavoz del Ejecutivo, pese a advertir reiteradamente que no iba a valorar las declaraciones de la víspera de Felipe González, declaró que "si otros intentan presionar o salir en los periódicos, es su problema. No el del Gobierno".

El Ejecutivo, al tiempo que ataca, pretende ahora mantener una distancia que no tuvo cuando el hoy partido del Gobierno estaba en la oposición. Pero ni siquiera cuando ganó las elecciones y formó Gobierno. "El Gobierno no se pronuncia ni se ha pronunciado nunca" sobre el caso GAL, dijo ayer el portavoz, que para ser aún más contundente agregó que ni siquiera lo había hecho "ningún miembro del Gobierno".

Sin embargo, Cascos ha sido auténtico protagonista en interferir sobre el caso GAL. Hace tan sólo un mes, el 22 de abril, aprovechaba una comparecencia en el Congreso en la que se le pedían explicaciones sobre su reunión con el abogado del ex policía José Amedo y el director del diario El Mundo, Pedro J.Ramírez. En respuesta a Felipe González, que días antes había dicho que al vicepresidente del Gobierno le caería una losa por su participación en la presunta trama de desestabilización del Ejecutivo del PSOE, manifestó: "Lo único que me preocupa de esa losa es que no sea de cal viva". La alusión al asesinato y entierro de los presuntos miembros de ETA José Antonio Lasa y José Ignacio Zabala era clara.

Cascos ha hecho alusiones veladas atribuyendo a González responsabilidades en la guerra sucia contra ETA. Y también muy directas. La más expresiva fue el 29 de septiembre de 1996, en un mitin en Mérida, cuando ejercía como vicepresidente del Gobierno desde hacía cuatro meses. Dijo que el montaje de los GAL "fue sencillamente terrorismo de bodeguilla", en alusión a la sala de La Moncloa donde González se reunía con gentes de su confianza cuando presidía el Gobierno. Cascos fue tajante: "Los GAL era algo que orquestaba Felipe González y gente de su confianza, porque gente de su confianza escribió la partitura de la estrategia de los GAL, gente de la confianza de González ejecutaron esa partitura y, por supuesto, con recursos procedentes de los fondos reservados que sólo las personas de confianza de González administraban".

Ya el 10 de septiembre de 1995, con el PP en la oposición, Cascos declaró que la justicia se jugaba su prestigio en la sentencia del caso GAL porque la opinión pública ya había dictado su veredicto político, subrayando que si ambos no se correspondieran, saldría perdiendo la justicia. El entonces presidente del Tribunal Supremo, Pascual Sala, criticó estas "advertencias y admoniciones".

Las declaraciones de González, en cualquier caso, encontraron ayer una cadena de respuestas críticas. Para el presidente de Unió Democràtica de Catalunya, Josep Duran, sus palabras "no son admisibles en un ex presidente del Gobierno". "Son el mejor argumento para la gente de ETA y su entorno cuando son juzgados y utilizan la expresión idéntica ante la Audiencia Nacional o ante otras instancias", dijo.

La presidenta de Nueva Izquierda, Cristina Almeida, reprochó a González no haber tenido en su momento "la capacidad de una reacción política", porque "pase lo que pase con la responsabilidad personal, había una responsabilidad política", dijo la posible candidata socialista por la Comunidad de Madrid. Para Julio Anguita, líder de IU, las palabras de González son "nauseabundas" y "deprimentes".

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