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Colombia grita al unísono «¡Basta ya de violencia!» en una jornada de protesta

A las 11.30 de ayer, las iglesias en Colombia echaron a volar sus campanas. En ese instante, tomados de la mano y con globos, banderas o pañuelos blancos, miles de colombianos empezaron a formar una gran cadena humana y a gritar a coro: «¡Basta ya de violencia. Diálogo ya!». Más de 15.000 personas llenaron la plaza de Bolívar, en Bogotá. Al mediodía volvieron a sonar las campanas y cinco helicópteros de la policía sobrevolaron el cielo con pancartas en donde se leía la palabra «Paz».

Los que no pudieron marchar colgaron papeles blancos en las ventanas de sus oficinas o hicieron volar recortes, también blancos, desde los pisos altos de los edificios. Pero en medio de esta euforia que invadió a todo el país, no cesaron las noticias de muerte. Al mediodía terminó en Barrancabermeja, puerto petrolero sobre el río Magdalena, el sepelio colectivo de las 11 víctimas de la última matanza de los paramilitares, ocurrida la noche del sábado. Aún siguen desaparecidas 25 personas. A esa hora se conoció también que Bernabé Cortés, un periodista de Cali que preparaba una información especial sobre la reconciliación, había sido asesinado. Con él son ya siete los periodistas colombianos asesinados este año.Por éstas y otras tantas muertes se desarrolló esta jornada contra la impunidad y la barbarie. «Soy escéptica porque estos mensajes no les llegan a los violentos», dijo a este diario una anciana que se había unido a la protesta, parando su coche y batiendo un pañuelo blanco. «Soy optimista. Creo que lo de hoy es el revivir de una sociedad civil, apática por años, porque la guerra sucia en este país logró silenciar también la protesta», opinó un catedrático .

El preámbulo a esta jornada lo hicieron el lunes en la noche las mujeres. Pintaron un inmenso mapa de Colombia en medio de la plaza de Bolívar, y una a una una, viudas, desplazadas por la violencia, artistas... fueron colocando velas en los sitios donde la muerte ha dejado su huella o en las poblaciones amenazadas de convertirse pronto en escenario de otra demencial masacre. Al final el mapa colombiano quedó prácticamente cubierto por la luz de las velas.

Esta cruda realidad está reflejada en las cifras: el año pasado las matanzas pasaron de 200; en los 10 últimos años han sido asesinados 2.200 líderes sindicales, y no hay por ésto hechos ni un sólo detenido. En 13 años han sido acribillados 30 directivos del comité colombiano de derechos humanos y tampoco hay detenidos. Todo esto se denunció en la mañana en un foro contra la impunidad. Se concluyó que mientras siga la impunidad, mientras exista fuero para militares y políticos, y el Estado no asuma una voluntad política clara para desenmascarar a los que están detrás de tanto horror, la violencia en Colombia no parará.

La víspera de esta jornada se produjo una noticia con tinte de paz. El Nobel Gabriel García Márquez envió un mensaje a Andrés Pastrana -uno de los dos candidatos entre los que está en juego la presidencia- para anunciarle que «camellará (trabajará duramente)» con él y su vicepresidente Gustavo Bell, «por el imperio de la la paz».

«Ya es hora de entender que este desastre cultural no se remedia ni con plomo, ni con plata, sino con educación para la paz, costruida con amor sobre los escombros de un país enardecido, donde nos levantamos temprano para seguir matándonos los unos a los otros», dice Gabo.

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