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Reportaje:

Madre busca padre biológico

Aunque no estuvo presente cuando los engendraron, puede decir que hay hasta un 99,9999% de probabilidades de que esos señores sean los padres biológicos de aquellos niños. A la doctora Mercedes Aler acuden madres que intentan probar que un hombre es el padre biológico de sus hijos, y maridos desconfiados que ponen en duda la palabra de sus mujeres. Sin olvidar a los jueces que quieren averiguar si un violador dejó embarazada a su víctima o si unos restos pertenecen a una persona cuya desaparición ha sido denunciada por sus padres. Desde el Laboratorio de Genética Forense de la Cátedra de Medicina Legal de la Universidad de Valencia, Aler actúa como un detective de bata blanca que repasa minuciosamente la sopa de letras de los cromosomas para descifrar cada enigma genético. Para realizar estas pruebas de investigación de la paternidad utiliza, como si fuera un libro de cabecera, la base de datos genéticos de los valencianos elaborada por ella misma hace tres años. "Tuve que pedirles muestras de sangre a 350 personas que residieran en la Comunidad Valenciana y no tuvieran relación de parentesco entre sí", rememora. Tras obtener las muestras, la doctora analizó diversos tramos del llamado ADN basura, aquellos que no le aportan al ser humano ningún rasgo concreto. El complejo análisis le permitió aislar una docena de marcadores genéticos (tramos de la sopa de letras) y estudiar con qué frecuencia aparecen en la población valenciana. Por eso, cuando realiza una prueba de investigación de la paternidad de una persona residente en la Comunidad, Aler recurre a su base de datos. Gracias a ella puede afinar a la hora de fijar la probabilidad de que un hombre sea el padre biológico de un niño. Si se trata de personas asiáticas, africanas o de cualquier otra procedencia, recurre a la base de datos de esa etnia. La doctora Aler se ocupa tanto de las investigaciones de paternidad para personas sin ingresos -por el convenio firmado con la Subsecretaría de Justicia- como de peticiones particulares, realizadas a través la Universidad a un coste asequible. En febrero recibió el instrumental de alta tecnología para realizar las investigaciones de paternidad y en abril acabó las pruebas para adaptar el equipo al laboratorio. "Aún no nos conoce casi nadie", reconoce Aler, y cuenta que muchos valencianos acuden a otros laboratorios de España o se realizan las pruebas convencionales (análisis del grupo sanguíneo o bien de histocompatibilidad, como las que se realizan para los transplantes). "El grupo sanguíneo sólo ofrece un 26% de probabilidades", detalla Aler, "y la histocompatibilidad aporta datos íntimos sobre enfermedades que puede sufrir esa persona". La investigadora del ADN intenta aislarse de los problemas sociales que cincelan cada caso que llega a sus manos. Pero no es ajena a la presión que sufren muchas mujeres, que "se ven obligadas a hacerse la prueba genética ante las sospechas de sus cónyuges", explica Mercedes Aler. O al tortuoso trayecto que deben recorrer otras mujeres para lograr que un hombre asuma la paternidad y las cargas económicas de su hijo.

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