Gesto mínimo para aliviar la deuda del Tercer Mundo
Los créditos blandos para el desarrollo que conceden los países industrializados a cambio de la firma de contratos comerciales para sus empresas deben ir desapareciendo. En este sentido se pronunció ayer la cumbre de los líderes de las siete principales potencias económicas del mundo, a las que se sumó Rusia. Lo hizo a instancias del primer ministro británico, Tony Blair, que ya ha reducido al 16% de su cooperación el peso de estos préstamos, que en España proceden del Fondo de Ayuda al Desarrollo (FAD).En el comunicado final, los asistentes al llamado G-8 se comprometen a proponer un texto, que será negociado en 1999 en el marco de la Organización para el Desarrollo y la Cooperación en Europa (OCDE), para acabar con estos créditos, que obligan al beneficiario a comprar productos y servicios en el país que se lo ha concedido.
La supresión de este instrumento de cooperación, asimilado por sus detractores a una ayuda encubierta a la exportación, será probablemente paulatina porque esta modalidad de crédito supone un capítulo importante de la ayuda bilateral al desarrollo que otorgan países como Alemania e Italia, cerca de un 40%, y Francia, un 25%.
«El lenguaje y el espíritu de la cumbre están más abiertos a África», afirmó el pincipal abogado de ese continente, el presidente francés, Jacques Chirac, quien achacó esa apertura a la reciente gira africana de su homólogo norteamericano, Bill Clinton.
A pesar de este estado de ánimo, el gesto que los líderes hicieron hacia los países más endeudados de África es mínimo. Sólo instaron al Fondo Monetario Internacional (FMI) y al Banco Mundial a darse prisa en reducir la deuda de una veintena de ellos.
Hace dos años, el G-8 acordó en Lyón (Francia) que no sólo los Estados acredores podrían conceder recortes de la deuda, sino también las instituciones financieras internacionales. Este año fueron elegidos seis primeros países fuertemente endeudados (Uganda, Costa de Marfil, Burkina Faso, Mozambique, Guayana y Bolivia) susceptibles de beneficiarse de la nueva rebaja, pero hasta ahora sólo Uganda ha empezando a notar sus efectos.
La lentitud del procedimiento ha sido atribuida al FMI y al Banco Mundial. Para animarles a ir más deprisa, el comunicado final de la cumbre recalca su «apoyo a la aceleración y su determinación en ampliar la reducción a más países», especialmente africanos.
Blair se ha mostrado convencido de que, como tarde en el 2000, las instituciones financieras añadirán a otros 15 Estados a la lista de los candidatos a beneficiarse de la rebaja porque se esfuerzan por sanear sus economías. Ser elegido no significa, sin embargo, empezar a cosechar los frutos de inmediato, como demuestra el caso de la primera hornada.
Ni que decir tiene que esta tímida iniciativa resulta muy insuficiente para los representantes de los 40.000 manifestantes que, convocados por la ONG Christian Aid, formaron el sábado por la tarde una cadena humana para pedir la condonación. La deuda del África subsahariana, recordaban, se eleva a 122.000 millones de dólares, y por cada dólar que reciben de ayuda al desarrollo deben pagar en capital e intereses 1,3 dólares.
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