Gastañeta: «Ha faltado la sal de los Santa Coloma»
Sosa. Éste es el adjetivo más repetido por los tres matadores. ¿Qué hubiese pasado si llegan a aparecer los de Santa Coloma de Hernández Plá, tal y como aparecía en el cartel? A media tarde del sábado los diestros se enteraron de la noticia de que ni uno solo de los toros anunciados había pasado el reconocimiento. «La exclamación que solté entonces no es publicable», dice Gastañeta para a continuación iniciar una hipótesis que luego ratifican, punto por punto, sus compañeros de lidia: «Vienes mentalizado para enfrentarte a unos toros con movilidad. Para bien o para mal, el encaste Santa Coloma la tiene. Y luego, nada». Tras el cambio, lo que saltó al ruedo, y según las declaraciones de los toreros, nada tuvo que ver con lo imaginado. «Eran nobles. Se han dejado, pero ninguno ha roto. A todos les ha faltado ese algo que siempre llega al tendido y, sobre todo, en Madrid», afirma Bote y acto seguido remata con un sonoro «sosota». «Los toros eran muy reservones, con la embestida muy corta», apunta Mariscal. Dictamen: «No transmitían». La rueda de quejas la concluye Gastañeta: «Sin sal, sin chispa. Le ha faltado la guindilla de un toro con movilidad».
A media altura
Bote se queda con la faena realizada al primero de sus astados. «El problema era que el toro no te permitía bajar la muleta. En cuanto lo hacías, rebañaba. Estabas obligado a torear con la muleta a media altura», declara a la vez que reconoce que esto, sumado a la necesidad de un triunfo, le hizo «desesperarse».El peruano, por su parte, insiste en la sin sustancia de los astados: «Siempre he ido con la muleta por delante y enseñando el pecho. Pero te veías obligado a hacer los pases de uno en uno». La conclusión es la misma que su compañero: «Así, en Las Ventas, imposible». El tercero en discordia, Mariscal, arranca con un alarde gallardo: «Me he jugado la vida y siempre he estado muy valiente. Mi primero tenía algo en la vista. Iba recortando y cada embestida era un misterio». Prueba de ello: «Una contusión en la cara anterior del tercio superior del muslo derecho, con rotura de la piel». Más sencillo, un puntazo. En cualquier caso, declara tras tachar de «muy reservón» a su segundo: «He demostrado que soy torero».
Por su parte, el ganadero del hierro Hernández Plá (no el de los sosos, sino el presente ausente), José Antonio Hernández Tabernilla, da su versión de los hechos: «Los toros han estado cinco días en El Batán sin comer y han perdido mucho peso. Luego he presentado otros tres, de los cuáles han aprobado dos. Sin embargo, creo que por la reputación de mi gandería no podía presentar un encierro incompleto. En cualquier caso, la empresa me ha ofrecido una tarde para después de la feria. Una pena, no estar en San Isidro». Así, la sal, dentro de un mes.
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