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Los refuerzos militares israelíes no pudieron impedir un nuevo rebrote de violencia palestina

El Ejército israelí no pudo ayer ahogar el rebrote de violencia palestina, que se reprodujo como respuesta a los acontecimientos sangrantes del día anterior en que murieron 10 personas y otras 400 resultaron heridas por disparos de soldados israelíes . Esta vez los incidentes tuvieron como escenario las ciudades de Nablús, Hebrón y la propia Jerusalén, donde muchachos árabes, a la salida de la mezquita, lanzaron piedras sobre los fieles judíos que rezaban en el Muro de las Lamentaciones. Mientras, Gaza, dolorida, enterraba a sus muertos, tratando de recuperar la calma.

«No vamos a olvidar nunca lo que han hecho antes y lo que hacen ahora los judíos: matar a sangre fría», vociferó ayer el imam de la mezquita de Abbas en el centro de Gaza, una de las más importantes de la ciudad, en la que suele rezar todos los días el presidente palestino, Yasir Arafat. La plegaria de ayer de este imam iba dirigida a los centenares de fieles que acompañaban el féretro de Zamel Sadam el Waheid, de 45 años de edad, enfermero de profesión, padre de nueve hijos, que el día anterior había sido tiroteado, como otros nueve palestinos, por los soldados del Ejército israelí, cuando trataba de introducir en el interior de una ambulancia a un muchacho herido en las cercanías del puesto fronterizo de Eretz.«Sólo hay una solución que se vayan de aquí. Los estadounidenses no van a defender nuestra tierra. Quien quiera que se defienda a sí mismo. », siguió vociferando el imam desde lo alto de su púlpito, mientras la multitud esperaba para acompañar al difunto hasta el cementerio.

Los entierros de las víctimas de Gaza se efectuaron ayer entre la ira y el silencio, mientras los habitantes de los ocho campos de refugiados -362.659 personas- recuperaban la calma y los poco menos de cinco mil israelíes de los 18 asentamientos judíos de la zona lograban sosegarse y alcanzaban la tranquilidad en la soledad de sus ciudadelas, permanentemente custodiados por el Ejército israelí. El imponente despliegue de las fuerzas policiales y del Ejército no pudo sin embargo ayer controlar e impedir la protesta de centenares de jóvenes palestinos. En Nablús, cerca de doscientos manifestantes cercaron el asentamiento de Elon Moneh, iniciando una refriega de balas y piedras que se cerró con dos heridos. Lo mismo pasó en la ciudad compartida de Hebrón, donde los jóvenes lanzaron piedras contra los militares que custodian el asentamiento del centro de la ciudad, ocasionando otros dos heridos.

En la Ciudad Vieja de Jerusalén, jóvenes musulmanes lograron escalar a lo alto del Muro de las Lamentaciones, que divide las zonas de ambas comunidades, y lanzar desde allí piedras a los judíos que estaban rezando al otro lado de la pared. Mientras éstos buscaban refugio en una sinagoga cercana, la policía practicó numerosas detenciones.

«La violencia demuestra la frustración de los palestinos, que pierden cada día un poco más sus esperanzas en el proceso de paz», aseguró ayer el líder laborista Yosi Beilin. (En ese mismo análisis coincidía el presidente de Estados Unidos, Bill Clinton, quien desde Birmingham expresó ayer su pesar por los palestinos muertos el jueves y atribuyó el drama a la «frustración» provocada por el bloqueo del proceso de paz, informa France Presse. «La lección es que el retraso no es amigo de la paz», manifestó en la ciudad británica donde asiste a la cumbre del G-8.)

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