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Filología cambia el cierre por una huelga en protesta por las amenazas radicales. Otro profesor de Filología recibe amenazas al aparecer su nombre dentro de una diana

La Facultad de Filología, Geografía e Historia de la UPV en Vitoria transformó ayer el cierre decretado el pasado martes por el equipo decanal en una huelga para protestar por las últimas amenazas de los violentos a sus profesores y personal administrativo. La decisión fue respaldada por la mayoría de la Junta de Facultad -55 miembros de los 68 presentes-, compuesta por profesores, alumnos y personal no docente. Con el cambio de la fórmula se busca mantener el contenido de la condena, esto es, rechazar "la situación de amenaza continua", pero retirando la imposición que suponía el cierre establecido por el decanato, de modo que se deja la libre opción de secundar el paro o no. La huelga se mantendrá hasta el lunes, cuando se reanudarán las clases en Filología, donde están matriculados 2.500 de los 6.600 alumnos de la UPV en Álava.Mientras que más de 300 personas se concentraban ayer en el aula magna de la Facultad para participar en la junta, se conoció un nuevo capítulo en las amenazas de los radicales al personal de Filología. El nombre del profesor Txema Portillo, del departamento de Historia Contemporánea y miembro del Foro Ermua, apareció dentro de una diana pintada en una clase. Hace tres meses su coche fue incendiado. Desde el Vicerrectorado, la junta del campus repudió esta acción y las anteriores. Además, respaldó la huelga convocada y llamó a participar el próximo martes en una concentración frente al edificio de la Facultad. El comité de huelga constituido ayer por profesores, alumnado y personal administrativo hizo extensiva la invitación a todos los miembros de la UPV, para que participen "en cuantos actos y movilizaciones se convoquen para la defensa de la libertad y la democracia". Ayer mismo, en San Sebastián, se concentró un grupo de profesores y empleados en apoyo a los amenazados. Durante la tensa jornada vivida ayer en Filología hubo un nutrido grupo de estudiantes -encabezados por quienes se encerraron durante 48 horas en el edificio- que solicitó la dimisión del decano, Joaquín Gorrotxategi, por entender que no tuvo en cuenta la opinión del alumnado en la decisión del cierre. La semana próxima llamarán a un referéndum entre el alumnado para que opine. El propio decano había planteado en la junta una moción de confianza sobre su actuación, que se saldó con un apoyo mayoritario en la asamblea: 46 votos sobre 68.

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