El "Tartufo" de Fernán Gómez renueva el clásico de Molière sobre la hipocresía
Fernando Fernán Gómez, actor, director de cine y escritor, no aparece en el escenario ni ha dirigido la obra, pero su presencia en el nuevo montaje del Tartufo, de Molière, pesa más que cualquier otro nombre del cartel. Fernán Gómez, autor de la versión libre del texto, ha jugado con el teatro dentro del teatro para renovar el clásico sobre la hipocresía y ofrecer "la sensación de estar ante una obra casi contemporánea", asegura el actor José Luis Pellicena.
Tartufo, dirigida por Alfonso Zurro y protagonizada por Pellicena y las actrices Lola Muñoz y María Fernanda D´ Ocón, se presentó ayer en el Teatro Arriaga de Bilbao, donde se ofrecerá hasta el domingo. La versión de Tartufo que estrenó Adolfo Marsillach en 1969, bajo el título Tartufo opus 69, era la referencia más cercana que el productor teatral Juanjo Seoane encontró sobre el célebre texto de Molière. Dispuesto a volver a llevar la obra a los escenarios optó por alejarse al máximo de la propuesta que el propio Marsillach había protagonizado. "No quería hacer la hermana pobre de la obra, sino algo diametralmente opuesto a lo de Adolfo [Marsillach]", explica Seoane. El encargo de realizar la nueva versión cayó en manos de Fernando Fernán Gómez, "otro monstruo sagrado" del teatro, en palabras de Seoane. Respuesta renovada La respuesta de Fernán Gómez utilizó el recurso de meter el teatro dentro del teatro para renovar una comedia que a lo largo de la historia del teatro de los últimos tres siglos ha sonado a sinónimo de hipocresía y ha sido representada para satirizar sobre la falsedad. Fernán Gómez ha transformado al devoto que creó Molière, pero respetando la herencia del autor. "Se ha impregnado del espíritu de Molière", prosigue Seoane. "Ha convertido a Tartufo en un politólogo", puntualiza Pellicena, a quien la admiración por el autor de la versión le lleva a hablar de "San Fernando Fernán Gómez". El uso de los términos más frecuentes en los discursos políticos, vacíos ya por desgaste, consiguen poner al día el texto, hasta ofrecer al espectador "la sensación de estar ante un teatro casi contemporáneo". Zurro recuerda que el título de Tartufo ha sido representado una y otra vez "con el fin de desenmascarar la falsedad". "Vivimos una época en la que proliferan los tartufos. Algunos han sido descubiertos y su sonrojo y castigos están ahí. Otros, bien parapetados, viven el tartufismo como apasionada profesión", prosigue el director. En opinión de Zurro, la versión de Fernán Gómez huye de señalar nombres concretos y presenta un Tartufo que "sin perder su concepción clásica llega hasta la actualidad, porque lo hace correr a través del tiempo". Después de una larga trayectoria dramática, Tartufo ha supuesto la primera incursión de Pellicena en el teatro cómico. Para María Fernanda D´Ocón, en cambio, el salto de las lágrimas a la risa ha sido constante en toda su carrera. La veterana actriz, reticente en un primer momento a formar parte del reparto de Tartufo con un papel pequeño, que consideraba idóneo para una actriz más joven, celebra ahora hacer aceptado la propuesta del productor. "El papel de Dorina [la criada] es el bombón de la obra", afirma. Junto a Pellicena y D´Ocón desfilan por el nuevo montaje de Tartufo rostros bien conocidos del teatro, el cine y las series de televisión, como la protagonista femenina Lola Muñoz y el actor Roberto Quintana.
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