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«Todos los músicos deberían improvisar»

Pulcro, elegante, sobrio y reflexivo, Paco de Lucía representa a sus 50 años la imagen más respetable del flamenco contemporáneo. Un nuevo disco, titulado Luzía , en homenaje a su madre, lo devuelve ahora al flamenco más puro. Pero no han pasado en vano más de treinta años de carrera, y ahora el guitarrista aborda el flamenco más tradicional de una forma distinta a la que pudo haber hecho en sus inicios. «Es una vuelta a las raíces en cuanto a la emoción, al mensaje, a la idiosincrasia de lo que es el flamenco», explica. «Pero en el que entra todo lo que he vivido, todo lo que he oído y todos los conocimientos que he tratado de cribar para acoplarme a la tradición flamenca. Lo que más cuesta, cuando tratas de innovar, es que no se te vaya la esencia».«En este disco me he tirado seis meses, trabajando diez horas diarias, como un loco, lleno de angustias, ansiedades, de inseguridades, de todo lo que se siente cuando te pones a componer. Es un disco en el que me he dejado los sesos y el sistema nervioso», comenta.

Sus experiencias con músicos de jazz no significaron un alejamiento, según él, sino una forma de llegar a conocimientos musicales que necesitaba experimentar. «Yo siempre he tenido muy claro que lo que yo soy es un guitarrista flamenco», afirma. «Soy músico porque soy flamenco, y no porque fui a una escuela a aprenderlo. No soy músico en el sentido literal de la palabra. Yo soy músico porque soy flamenco. Sí soy muy curioso y muy inquieto en cuanto a aprender y evolucionar para crecer cada día. He hecho muchas cosas pero nunca con la idea de separarme del flamenco».

La lección del jazz

La lección que le dio el jazz ha alimentado su manera de interpretar el flamenco. «Tocando jazz yo aprendí algo que creo que es beneficioso para cualquier músico, que es improvisar», dice. «Creo que todos los músicos debemos improvisar. Es más, ya entre los clásicos había partes en cada concierto en que se dejaban una serie de compases libres para que el solista improvisara. Eso se ha perdido pero ya se hacía en esa época. Me parece que es fundamental improvisar, porque significa el riesgo. Arriesgarte a no saber qué va a pasar. De pronto, te sale una porquería o te sale algo sublime. La sensación de no saber qué va a pasar te excita cuando estás tocando, te da la sensación de estar vivo en el escenario. Además de que al tener que improvisar tienes que pensar mientras tocas. En flamenco yo nunca había pensado. Yo siempre he cerrado los ojos y me he tirado al vacío. Pero al tener que improvisar tienes que pensar en qué armonías estás tocando, en qué acorde viene detrás del otro para que las notas que estás dando estén dentro del acorde. Ésa es una disciplina que es importante dominar».En este disco Paco de Lucía se arriesga también a algo que no había hecho antes: a cantar. «No pretendo mostrarme como cantaor. Ése no es el motivo. A mí el cante me gusta más que todo, más que la guitarra y el baile. Cuando grabé estos dos temas, uno dedicado a mi madre y otro a Camarón, puse en la grabación mi voz como referencia para que luego lo hiciese un cantaor. Pero cuando oí mi voz sentí que aquello era mucho más de verdad, más real, más intimista, algo mucho más cerca de ese homenaje que yo quería hacer a Camarón y a mi madre de lo que cualquier otro podría haber hecho. Me costó mucho la decisión porque tengo mucho sentido del ridículo, soy muy vergonzoso y tímido. Pero al final decidí dejarlo así».

Pese a su vuelta al flamenco más tradicional, Paco de Lucía no critica las diversas mezclas e innovaciones de los nuevos flamencos. «No se puede ni se debe controlar las mezclas. Cada uno debe de hacer lo que realmente sienta, aunque se equivoque. No tengo miedo de que el flamenco se pierda porque el flamenco está muy bien enraizado. Que haya chavales arriesgándose me parece bien, porque con que un 1% de ese riesgo sea bueno y tenga resultados, será algo que enriquezca al flamenco».

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