Molins reivindica más obras públicas para Cataluña y más respeto al nacionalismo
La armonía entre PP y CiU pareció ayer completa. La intervención del portavoz nacionalista Joaquim Molins fue una loa a los logros económicos y sociales del Gobierno, punteada por reivindicaciones del mérito que cabía atribuir a CiU en todo ello. Molins centró sus exigencias en dos apartados: impulsar las obras de infraestructura, sobre todo en Cataluña, y respetar a los nacionalismos democráticos. Aznar agradeció a CiU su cooperación parlamentaria y expresó su convicción de que es "ineludible" avanzar en el desarrollo del Estado de las autonomías y en la corresponsabilidad fiscal.
Molins hizo una defensa sin fisuras de la gestión gubernamental del "conjunto de los dos años transcurridos desde el inicio de esta legislatura". Tomó como referencia los objetivos que establecieron PP y CiU en 1996 en el pacto que permitió la investidura de Aznar como presidente del Gobierno y los desglosó en cuatro apartados: defensa de la personalidad nacional de Cataluña y atribución de más recursos para hacer frente a nuevas competencias autonómicas; creación de empleo y crecimiento económico; moneda única europea, y reforzamiento del Estado de bienestar. Molins concluyó que el grado de cumplimiento de ese compromiso era "muy satisfactorio": "No se trata de una valoración subjetiva", dijo, "porque los hechos son los hechos".Respecto al primer apartado, el autonómico, Molins fue rotundo: "Cataluña dispone hoy de más poder, su Gobierno ejerce más competencias con más y mejores medios, y su Parlamento puede legislar en mayores y más significativos campos", especialmente en materia fiscal. Cataluña "ha recuperado soberanía perdida", dijo el portavoz de CiU. Del pacto de investidura, Molins sólo señaló un "lunar": "No hemos conseguido hasta ahora pactar un texto satisfactorio para la reforma de la Ley de Costas".
Sobre la economía no hubo lunares. "Los grandes parámetros del déficit, la deuda, la inflación y el coste del dinero están controlados", "estamos creciendo bien" y "se crean puestos de trabajo menos precarios que hace dos o tres años". No hubo lunares, pero sí un matiz social: Molins reconoció que "la onda de prosperidad" no había "llegado todavía a muchas personas, a muchos hogares".
Molins, como estaba previsto, reclamó para su coalición buena parte del mérito por la reforma del IRPF y, sobre todo, por el ingreso de España en la unión monetaria europea. "Nos sentimos tan protagonistas como el que más", dijo, "y quizá algo más protagonistas que el que más". "A Convergència i Unió nos cabe la satisfacción de haber participado en el impulso de la acción [de la unión monetaria] con los dos Gobiernos que han tenido protagonismo en la obtención del objetivo".
El portavoz catalán dedicó un largo fragmento de su discurso a lamentar que, de forma recurrente, se criticara a los partidos nacionalistas. "¿Por qué cuando nosotros los nacionalistas para aprobar una ley reclamamos la introducción de una enmienda, a lo que hacemos se le llama chantaje? ¿por qué dicen que cambiamos votos por pesetas?", se preguntó. Y añadió: "Nos queda un buen trecho por avanzar si en verdad lo que nos proponemos es convivir respetándonos".
Molins consagró el tramo final de su intervención a las obras de infraestructura, que según el presidente de la Generalitat, Jordi Pujol, constituyen "la máxima prioridad de Cataluña". "Las inversiones en infraestructura son creadoras de puestos de trabajo, ayudan al crecimiento económico y dan competitividad a la economía", afirmó, para añadir que en España faltaban aún "muchas de esas infraestructuras".
Luego se refirió concretamente a las infraestructuras necesarias para Cataluña y para Barcelona, a cuya alcaldía será candidato Molins el año próximo. "No puede ser que Barcelona, capital de uno de los motores económicos de este país, esté todavía esperando las mejoras en infraestructuras y equipamientos públicos. El AVE no es un lujo, sino el ancho de vía europeo y eso, donde tiene más sentido económico es a partir de Cataluña, porque allí empieza el enlace con Europa. Sólo nuestra proverbial moderación hace que no emita juicio sobre el hecho" de que el único tramo español con ancho de vía europeo se encuentre entre Sevilla y Madrid, "a 600 kilómetros de la vía europea más próxima". "Seremos particularmente exigentes en este punto", advirtió.
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